Cae el agua de las nubes como si estas fueran escalinatas en forma de caracol.
El viento desnuda, sin pudor, los árboles; dejando las hojas muertas en el suelo.
Las lágrimas también desnudan, pero antes hidratan las penas. Las penas de los ojos tristes.
Es hora de cicatrizar, aliviar las neuronas cargadas de herencia, abrir los puños y soltar el linaje hacia la lluvia, entre los árboles para que se lo lleve el viento, sin temor. Nada pasará. Ya creció demasiado musgo, es momento de quitar y convertir el karma en dharma, antes que salga el sol.
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