miércoles, 19 de julio de 2017

Somos pilas. Baterías que sostienen a un sistema mediante dos funciones básicas: producir y consumir. Los que no son capaces de cumplir estar funciones son desechados por inútiles. Nos venden felicidad falsa para aceptar con una sonrisa nuestra posición dentro del engranaje. Cada tanto avistamos algo de verdadera felicidad, como pequeñas revelaciones de lo genuino. Pero mayormente nos hacemos conscientes de la realidad mediante la angustia existencial. No podemos hacer nada contra esto. El sistema es cerrado y hasta concibe su propia resistencia como parte del juego. Como mucho podemos desenchufar algún aparato, manipular algún botón. Pero el sistema en seguida se autorregenera y sigue su marcha como si nada. Cualquier intervención nuestra es como un pestañeo en el mar. Todas las utopías están previstas y fracasan. Sólo podemos conformarnos y sentirnos algo diferentes por ser conscientes de esto. Tal vez, tratar de romper algo cada tanto y apagar alguna luz, para soñar que brillamos un poquito. Un destello en la inmensa oscuridad.

Juan P. A. Vazquez




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