Querid✩s lector✩s, con la Luna llena de mañana abrimos la temporada entre eclipses. Acuario es un signo de magia. La magia que nace de nuestra conexión íntegra entre Cielo y Tierra. La magia que pasa por nuestro corazón. La magia de ser todos y todas parte de la maravilla llamada Tierra, Cosmos, Universo.
El Sol, la Luna y las Estrellas custodian los pasos dados por nuestros ancestros en la Tierra. A veces se nos olvida que somos parte de un rio infinito de sabiduría. Los eclipses nos ayudan a recordar. Nos devuelven la mirada al Misterio, nos devuelven a la magia y al asombro. Nos ayudan a seguir tejiendo el sueño de nuestros abuelos. Un sueño que nos habla de esperanza, belleza, unidad. Que nos habla de amigos, amor, hijos, padres, madres, comunidad. Un sueño de pertenencia. Esta es nuestra casa, esta es nuestra vida.
En mis navegaciones con Luna de Abril tengo el honor de entrar en contacto con maravillosas personas, todas y cada una en su singularidad, en su camino a recordar(se). Un camino de autenticidad, gozo, verdad. Cada voz hace parte de la canción de todos. Soy testigo de que un cambio enorme se está dando en la intimidad de cada ser. Es silencioso. No es visible. Es íntimo. El fuego está siendo cuidado. Los ancestros están con nosotros. Somos la magia.
La órbita de la Luna cruza la eclíptica del Sol. Los dos puntos en los que la órbita de la Luna y la eclíptica del Sol se tocan son lo que llamamos los Nodos de la Luna. Cuando la Luna cruza la eclíptica del sur hacia el norte, asciende. Cuando la Luna cruza la eclíptica de norte a sur, desciende. Cuando el Sol o la Luna está cerca del nodo ascendente o del nodo descendente tenemos un eclipse. Mañana lunes cruzamos el umbral de la Luna llena en el signo de Acuario. Esta lunación nos trae un eclipse parcial de la Luna.
La eclíptica del Sol es una línea que demarca un borde en el cual se da este movimiento de subida y de bajada del paso de la Luna. Esta línea es un borde, un portal evolutivo. Los astrólogos vedas hablan de un Dragón que cruza esta línea, este portal. La cabeza del dragón (Rahu) corresponde al nodo ascendente y la cola del dragón (Ketu) al descendente. En esta cosmología, la danza del este Dragón del Cielo es un espejo de nuestra danza evolutiva, de nuestro crecimiento acompañado de sus bendiciones y desafíos.
Cuando la Luna sube y asciende hacia el norte de la eclíptica nos muestra hacia donde nuestra alma se eleva y quiere crecer. Cuando desciende hacia el sur de la eclíptica nos muestra lo que nuestra alma ya trae consigo, lo que necesita ser liberado, actualizado o integrado para poder crecer.
El signo en el cual asciende el Nodo Norte nos ofrece los detalles, el mapa de nuestro crecimiento. El signo en el cual desciende el Nodo Sur nos mostrará lo que necesita ser actualizado. Esta actualización implica un soltar, dejar ir, discriminar. Bajo esta Luna llena nuestro Nodo Norte está en conjunción con el Sol en el signo de Leo y nuestro Nodo Sur está en conjunción con la Luna en el signo de Acuario. La Tierra pasará entre medio del reflejo del Sol de Leo sobre la Luna de Acuario. Esta interrupción de la luz solar sobre la faz de la Luna nos habla de un vacío, de un momento en el tiempo en que se suspende el intercambio de energía e información. Esta oscuridad pide nuestra presencia, nuestra conciencia.
La Luna llena siempre es un tiempo de culminación. Es un tiempo en que algo se visibiliza, algo ha alcanzado su madurez. Bajo esta Luna llena y eclipse, el llamado es a entregar al vacío del eclipse Lunar todo aquello que ya haya alcanzado su plenitud. En este umbral cósmico podemos soltar lo que ya ha dado lo suyo, lo que culminó su tiempo. El signo de Acuario -donde está la Luna y el Nodo Sur- es un signo de desapego emocional y de amor universal. Alguna revelación vinculada a cómo nos relacionamos, cómo nos compartimos, desde dónde y con qué intención, se revela.
Los eclipses nos muestran los misterios escondidos en las sombras, los secretos, los hechizos de la ignorancia y la inconsciencia. Son portales legendarios en que las verdades se revelan y los cambios se aceleran. El miedo nos hace aferrarnos a lo familiar, a lo conocido, y los eclipses nos empujan a mirar en vez de huir, a hacernos responsables de lo que llevamos oculto en nuestras sombras, a poner luz. Esta Luz interrumpida por el eclipse nos convoca a entrar en lo oscuro y mirar con valentía lo que ya ha muerto y, sin embargo, seguimos cargando, por apego, lealtad, compromiso, deber o miedo.
Eso que no nos va acompañar en nuestra próxima vuelta en la espiral – y a lo cual tanto nos aferramos- nos habla desde adentro. Genera caos. ¿acaso estamos locos por sentirlo? pensamos. ¿tenemos derecho a este sueño? Tratamos de recuperar el orden que nos sostiene, tal vez por miedo al fracaso, o al éxito. A la vez, la fuerza con la que la verdad de nuestro deseo emerge desde nuestro interior derriba las dudas que quieren contener y ralentizar nuestro cambio. Este cambio tiene su tiempo, y cuánto más lo aceptemos con confianza y entrega, más benévola es su expresión.
No hay marcha atrás. Esta Luna llena nos pide que entreguemos al Dragón del Cielo nuestras resistencias a este cambio. Quiere nuestro sí a la vida. No nos quiere agarrados al borde, sin soltar amarras. Nos quiere en el borde, en el filo del juego, ahí donde el único miedo posible nazca del osar Ser. El vértigo de ser libres y mostrarnos nos desafía. Sentimos el riesgo de ser eso que soñamos ser. ¿y qué nos lo impide? ¿qué nos detiene? ¿qué o quién en nuestra cabeza nos habla con una voz que nos dice : cuidado, no es verdad, no es posible?
Es probable que nos demos cuenta que las capas profundas de nuestras programaciones infantiles, las proyecciones de nuestra familia y de la cultura tiene un control sobre nuestro sueño y devenir. De ahí el poder de este momento : la oportunidad de alinearnos y poner nuestro foco en nuestro corazón y dar un paso afirmativo hacia la liberación de nuestro camino propio. Un camino de autenticidad. Un camino de gozo.
Esta Lunación en Acuario abre la temporada de eclipses. Los eclipses vienen en pares y en familias. Este eclipse en Acuario viene acompañado de un eclipse solar total en Leo, el 21 de agosto. La pasada Luna nueva fue en Leo. Entre estos dos eclipses Mercurio empieza su marcha retrógrada en Virgo. En su paso por los grados que ya recorrió, Mercurio hará nuevamente su entrada en el signo de Leo. El mensajero de los dioses recupera su marcha directa en Leo en el mismo grado en el que se dará el eclipse solar del 21 de agosto.
Las dos semanas entre eclipses es un tiempo de desprogramación (si la luna mengua) y de reprogramación (si la luna crece). Esto nos indica que el eclipse de mañana abre la puerta a un proceso de dos semanas en el que tendremos la oportunidad de hacer un vacío para la siembra de un nuevo camino para nuestra vida en la Luna nueva de Leo. Para abrir este camino hemos de aceptar mirar el patrón que nos detiene y asumir nuestra responsabilidad en la manifestación del cambio. Estas dos semanas son propicias para desamarrar nudos, disolver patrones, desprogramar condicionamientos. Tenemos la oportunidad de rescribir el guión.
Para algunos esta puede ser una experiencia existencial, es decir que la narrativa se expresa en un plano de conciencia en que nuestra identidad se está actualizando. Este proceso tiene que ver con un trabajo con la autenticidad, con la visibilidad y con la valentía de presentarnos con cada vez menos máscaras y armaduras en el filo de nuestra expresión personal. La desprogramación que este umbral de dos semanas ofrece se da en un plano sutil en el que dimensiones más profundas de nuestro ser -hasta ahora resguardadas o eclipsadas por otras voces- sienten que pueden salir, mostrarse, pedir, dar, expresar, nombrar. Este puede ser un diálogo interno en el que abrimos paso y acogemos esta realización íntima y personal y decimos que sí. Nos reconocemos y valoramos profundamente el camino que nos ha traído hasta aquí. Esta luz que se enciende nos muestra nuestros erros y desaciertos, nuestras guerras, resentimientos y carencias. Celebramos el camino honrando nuestros duelos y nuestras pérdidas. Desde este lugar podemos reconocer y decir : este es mi camino, así quiero vivir y caminar.
Para otros este cambio se da en el filo de nuestros vínculos íntimos y nos convoca a presentarnos en plena luz y dar nuestra palabra. Nos convoca a nombrar lo que necesitamos, a colaborar con el otro en la creación de un espacio auténtico de intercambio en el que la sombra compartida es el terreno fértil que abre nuevos caminos de intimidad y creatividad. Júpiter en Libra hace un ángulo benéfico con la Luna y el Sol y nos invita a abrirnos plenamente en confianza. Este puede ser un tiempo en que nos damos cuenta de nuestro miedo a la intimidad y nuestra vulnerabilidad ante otra persona ¿cómo seremos recibidos si nombramos nuestra verdad? ¿qué patrón del pasado se visibiliza? ¿cómo lo podemos cambiar? ¿qué podemos hacer hacia el otro y con el otro para transformar este patrón? ¿hay tensión? ¿hay confianza? Tal vez esta Luna nos muestra las relaciones en las que ya no podemos crecer juntos. Tal vez hay vínculos que ya han culminado su ciclo evolutivo y necesitan ser honrados con despedidas y cierres.
Otra narrativa de este cambio se da en nuestra relación con grupos y dinámicas colectivas. Esta Luna llena nos habla de un ajuste en la relación entre la comunidad y el individuo. Esta Luna puede revelar dimensiones ocultas en nuestros espacios colectivos. Si la identidad grupal -la realidad y creencias consensuadas- reprimen de manera explícita o sutil nuestra expresión personal, este puede ser un tiempo de dudas vitales que lleven a separarnos de afiliaciones y compromisos que ya han cumplido su ciclo evolutivo.
La polaridad de Acuario y Leo nos habla del equilibrio o desequilibrio entre el individuo y su tribu. Cada círculo gira alrededor de un centro. Este centro es la conciencia grupal, lo que une y lo que convoca. El propósito y los valores son el centro de una espiral formada por individualidades que se unen a colaborar y cooperan para crecer juntos, para crear juntos. El centro es el lugar que lidera. En un grupo equilibrado y dinámico, el centro es de todos y cada cual tiene su lugar. El liderazgo es compartido y las vías de diálogo son flexibles y están abiertas. El grupo acoge y valora la diversidad como un tesoro. Todos y todas tienen voz.
Bajo esta Luna se activa el inconsciente grupal y puede revelar un consenso grupal represor. Si sentimos miedo a expresarnos, si callamos conscientemente nuestra verdad, si no sentimos el círculo seguro, si nuestra diferencia no es honrada y valorada, es un buen tiempo para actualizarnos y elegir nuevos rumbos. Si el inconsciente grupal genera en nosotros culpa, vergüenza, sensación de “haberlo hecho mal”, si nos hace dudar de lo que sentimos, si circula algún tipo de prohibición que atenta contra nuestra integridad, es tiempo de interrogar el valor de nuestra asociación.
Esta Luna nos convoca a llamar a nuestra manada, a estar con los nuestros, los que nos ven, los que abrazan lo que somos, los que no nos piden que seamos de otra manera. Esta Luna nos convoca a colaborar, cooperar y construir con otros sin sacrificar nuestra voz y expresión.
Mercurio es un planeta veloz que en su tránsito alrededor del Sol suele ocupar un grado de la rueda del zodiaco al día. Durante casi una semana Mercurio estará en un solo grado en el signo de Virgo. Esta lentitud se debe a su retrogradación. Durante este tiempo, entre la Luna llena de mañana y el 13 de agosto, Mercurio estará en conjunción con Vesta. El hecho de que en este periodo entre eclipses Mercurio esté casi parado en el cielo junto a Vesta nos ofrece una oportunidad de refinar y profundizar en los matices de este momento evolutivo.
Vesta nos habla de la energía devocional, la entrega a un servicio: es una energía que custodia : guardiana. Guardiana del fuego, guardiana del centro, guardiana del templo. En Virgo Vesta guarda nuestra tierra, nuestro cuerpo, nuestro día a día, nuestra práctica . Mientras todo se mueve y los cambios abren múltiples caminos, hay un lugar sereno y tranquilo ante el cual presentarnos, al cual acudir y en el cual ubicarnos. Para algunos es un templo, para otros un refugio. Es un espacio interno de retiro y contemplación en el que acompañamos el cambio refinando nuestro sueño, nuestra visión y servicio. El servicio no como algo que entregamos hacia fuera o hacemos por otros o por una causa. El servicio como una manera de ser y estar con nosotros mismos. El servicio como la voz de apoyo que nos damos a nosotros mismos.
Esta quietud es necesaria ya que una sabiduría antigua y sagrada nos está pidiendo que la recibamos, que escuchemos, que abramos la puerta. Esta energía necesita que nuestras resistencias se disuelvan, y ¿cómo podemos hacerlo si nuestro cuerpo, nuestra mente, están atrapada en torbellinos de ideas y movimientos de tiempo y espacio? Nuestro sistema nervioso necesita ajustarse y alinearse. Necesitamos que nuestra mente este calmada y tranquila, nuestro cuerpo sereno y relajado para conectar con la benevolencia de este momento. Los mensajes vienen de nuestro cuerpo, de nuestra tierra, de nuestro corazón, de nuestra sangre y necesitan ser acogidos. Necesitan saber que estamos presentes, que cuidamos, que honramos y custodiamos nuestro templo, nuestro fuego, nuestra conexión.
Este es un tiempo creativo, mágico, lleno de potencialidades en el que tenemos la oportunidad de actualizar nuestro sueño individual y colectivo.
La custodia de lo sagrado pasa por reconocer que somos sagrados. No hay separación. No puede haber separación. Cada voz, cada palabra, cada intención que nace de nuestro ser es sagrada. El fuego fuera de nosotros es un espejo de nuestro fuego interno. La tribu que honra el fuego en el centro de la comunidad, honra el fuego de cada uno de sus miembros.
Nuestra palabra es sagrada. Nuestra expresión es sagrada. Nuestra diferencia es sagrada. Nuestra diversidad es sagrada. Es cada día, con cada paso que damos, desde lo más íntimo hasta lo más universal, pasando por nuestras relaciones y círculos, que tejemos lo sagrado. Si no hay continuidad y coherencia en el hilo que une nuestro fuego con el fuego de la tribu y el fuego del Sol y el de la Tierra, algo no está en orden, algo está fuera de lugar. La realidad colectiva que nos rodea nos revela esta falta de orden.
Virgo ordena, pide integridad y coherencia. Podemos empezar poniendo orden en nuestra mente, en nuestras intenciones y honrar valientemente el cambio que se expresa desde adentro. ¿qué necesita de nosotros? ¿cómo podemos acompañarnos?
El signo de Acuario nos habla de la sabiduría de las Estrellas, los abuelos y abuelas que custodian la evolución de la humanidad, nuestros ancestros. El símbolo de Acuario es un hombre o una mujer que vierte el Agua de las Estrellas sobre la Tierra. Este es el cántaro de la Memoria. Cada uno de nosotros custodia su propio cántaro. Cada persona es una pieza del rompecabezas que crea la imagen global.
En Leo honramos nuestro sueño personal, el que nace de nuestro deseo, nuestro gozo y corazón. En Acuario lo compartimos. Este tiempo evolutivo nos pide que lo que entreguemos en servicio hacia afuera haya pasado por un proceso de actualización personal. Nuestro sueño colectivo y nuestro sueño personal tienen que estar alienados para que el cambio evolutivo se revele con integridad.
En los próximos meses veremos con cada vez más claridad lo que no está funcionando a nivel colectivo. Nuestro sueño colectivo pide una corrección de rumbo y este cambio de dirección empieza con nosotros. En Leo nos corregimos a nivel individual. Acuario nos convoca a consagrarnos al servicio del bienestar humanitario, a entregar lo mejor de nosotros a la unidad. Despertamos a la belleza de lo grupal, a los intereses colectivos, honrando nuestras responsabilidades individuales. Cada uno de nosotros tenemos una conexión directa con la fuente. Es vital que cada persona sea responsable y guardiana de su conexión. Si no la honramos no podemos participar con integridad en la actualización del sueño colectivo. El servicio empieza en casa, con nosotros mismos.
Paloma Todd
El Sol, la Luna y las Estrellas custodian los pasos dados por nuestros ancestros en la Tierra. A veces se nos olvida que somos parte de un rio infinito de sabiduría. Los eclipses nos ayudan a recordar. Nos devuelven la mirada al Misterio, nos devuelven a la magia y al asombro. Nos ayudan a seguir tejiendo el sueño de nuestros abuelos. Un sueño que nos habla de esperanza, belleza, unidad. Que nos habla de amigos, amor, hijos, padres, madres, comunidad. Un sueño de pertenencia. Esta es nuestra casa, esta es nuestra vida.
En mis navegaciones con Luna de Abril tengo el honor de entrar en contacto con maravillosas personas, todas y cada una en su singularidad, en su camino a recordar(se). Un camino de autenticidad, gozo, verdad. Cada voz hace parte de la canción de todos. Soy testigo de que un cambio enorme se está dando en la intimidad de cada ser. Es silencioso. No es visible. Es íntimo. El fuego está siendo cuidado. Los ancestros están con nosotros. Somos la magia.
La órbita de la Luna cruza la eclíptica del Sol. Los dos puntos en los que la órbita de la Luna y la eclíptica del Sol se tocan son lo que llamamos los Nodos de la Luna. Cuando la Luna cruza la eclíptica del sur hacia el norte, asciende. Cuando la Luna cruza la eclíptica de norte a sur, desciende. Cuando el Sol o la Luna está cerca del nodo ascendente o del nodo descendente tenemos un eclipse. Mañana lunes cruzamos el umbral de la Luna llena en el signo de Acuario. Esta lunación nos trae un eclipse parcial de la Luna.
La eclíptica del Sol es una línea que demarca un borde en el cual se da este movimiento de subida y de bajada del paso de la Luna. Esta línea es un borde, un portal evolutivo. Los astrólogos vedas hablan de un Dragón que cruza esta línea, este portal. La cabeza del dragón (Rahu) corresponde al nodo ascendente y la cola del dragón (Ketu) al descendente. En esta cosmología, la danza del este Dragón del Cielo es un espejo de nuestra danza evolutiva, de nuestro crecimiento acompañado de sus bendiciones y desafíos.
Cuando la Luna sube y asciende hacia el norte de la eclíptica nos muestra hacia donde nuestra alma se eleva y quiere crecer. Cuando desciende hacia el sur de la eclíptica nos muestra lo que nuestra alma ya trae consigo, lo que necesita ser liberado, actualizado o integrado para poder crecer.
El signo en el cual asciende el Nodo Norte nos ofrece los detalles, el mapa de nuestro crecimiento. El signo en el cual desciende el Nodo Sur nos mostrará lo que necesita ser actualizado. Esta actualización implica un soltar, dejar ir, discriminar. Bajo esta Luna llena nuestro Nodo Norte está en conjunción con el Sol en el signo de Leo y nuestro Nodo Sur está en conjunción con la Luna en el signo de Acuario. La Tierra pasará entre medio del reflejo del Sol de Leo sobre la Luna de Acuario. Esta interrupción de la luz solar sobre la faz de la Luna nos habla de un vacío, de un momento en el tiempo en que se suspende el intercambio de energía e información. Esta oscuridad pide nuestra presencia, nuestra conciencia.
La Luna llena siempre es un tiempo de culminación. Es un tiempo en que algo se visibiliza, algo ha alcanzado su madurez. Bajo esta Luna llena y eclipse, el llamado es a entregar al vacío del eclipse Lunar todo aquello que ya haya alcanzado su plenitud. En este umbral cósmico podemos soltar lo que ya ha dado lo suyo, lo que culminó su tiempo. El signo de Acuario -donde está la Luna y el Nodo Sur- es un signo de desapego emocional y de amor universal. Alguna revelación vinculada a cómo nos relacionamos, cómo nos compartimos, desde dónde y con qué intención, se revela.
Los eclipses nos muestran los misterios escondidos en las sombras, los secretos, los hechizos de la ignorancia y la inconsciencia. Son portales legendarios en que las verdades se revelan y los cambios se aceleran. El miedo nos hace aferrarnos a lo familiar, a lo conocido, y los eclipses nos empujan a mirar en vez de huir, a hacernos responsables de lo que llevamos oculto en nuestras sombras, a poner luz. Esta Luz interrumpida por el eclipse nos convoca a entrar en lo oscuro y mirar con valentía lo que ya ha muerto y, sin embargo, seguimos cargando, por apego, lealtad, compromiso, deber o miedo.
Eso que no nos va acompañar en nuestra próxima vuelta en la espiral – y a lo cual tanto nos aferramos- nos habla desde adentro. Genera caos. ¿acaso estamos locos por sentirlo? pensamos. ¿tenemos derecho a este sueño? Tratamos de recuperar el orden que nos sostiene, tal vez por miedo al fracaso, o al éxito. A la vez, la fuerza con la que la verdad de nuestro deseo emerge desde nuestro interior derriba las dudas que quieren contener y ralentizar nuestro cambio. Este cambio tiene su tiempo, y cuánto más lo aceptemos con confianza y entrega, más benévola es su expresión.
No hay marcha atrás. Esta Luna llena nos pide que entreguemos al Dragón del Cielo nuestras resistencias a este cambio. Quiere nuestro sí a la vida. No nos quiere agarrados al borde, sin soltar amarras. Nos quiere en el borde, en el filo del juego, ahí donde el único miedo posible nazca del osar Ser. El vértigo de ser libres y mostrarnos nos desafía. Sentimos el riesgo de ser eso que soñamos ser. ¿y qué nos lo impide? ¿qué nos detiene? ¿qué o quién en nuestra cabeza nos habla con una voz que nos dice : cuidado, no es verdad, no es posible?
Es probable que nos demos cuenta que las capas profundas de nuestras programaciones infantiles, las proyecciones de nuestra familia y de la cultura tiene un control sobre nuestro sueño y devenir. De ahí el poder de este momento : la oportunidad de alinearnos y poner nuestro foco en nuestro corazón y dar un paso afirmativo hacia la liberación de nuestro camino propio. Un camino de autenticidad. Un camino de gozo.
Esta Lunación en Acuario abre la temporada de eclipses. Los eclipses vienen en pares y en familias. Este eclipse en Acuario viene acompañado de un eclipse solar total en Leo, el 21 de agosto. La pasada Luna nueva fue en Leo. Entre estos dos eclipses Mercurio empieza su marcha retrógrada en Virgo. En su paso por los grados que ya recorrió, Mercurio hará nuevamente su entrada en el signo de Leo. El mensajero de los dioses recupera su marcha directa en Leo en el mismo grado en el que se dará el eclipse solar del 21 de agosto.
Las dos semanas entre eclipses es un tiempo de desprogramación (si la luna mengua) y de reprogramación (si la luna crece). Esto nos indica que el eclipse de mañana abre la puerta a un proceso de dos semanas en el que tendremos la oportunidad de hacer un vacío para la siembra de un nuevo camino para nuestra vida en la Luna nueva de Leo. Para abrir este camino hemos de aceptar mirar el patrón que nos detiene y asumir nuestra responsabilidad en la manifestación del cambio. Estas dos semanas son propicias para desamarrar nudos, disolver patrones, desprogramar condicionamientos. Tenemos la oportunidad de rescribir el guión.
Para algunos esta puede ser una experiencia existencial, es decir que la narrativa se expresa en un plano de conciencia en que nuestra identidad se está actualizando. Este proceso tiene que ver con un trabajo con la autenticidad, con la visibilidad y con la valentía de presentarnos con cada vez menos máscaras y armaduras en el filo de nuestra expresión personal. La desprogramación que este umbral de dos semanas ofrece se da en un plano sutil en el que dimensiones más profundas de nuestro ser -hasta ahora resguardadas o eclipsadas por otras voces- sienten que pueden salir, mostrarse, pedir, dar, expresar, nombrar. Este puede ser un diálogo interno en el que abrimos paso y acogemos esta realización íntima y personal y decimos que sí. Nos reconocemos y valoramos profundamente el camino que nos ha traído hasta aquí. Esta luz que se enciende nos muestra nuestros erros y desaciertos, nuestras guerras, resentimientos y carencias. Celebramos el camino honrando nuestros duelos y nuestras pérdidas. Desde este lugar podemos reconocer y decir : este es mi camino, así quiero vivir y caminar.
Para otros este cambio se da en el filo de nuestros vínculos íntimos y nos convoca a presentarnos en plena luz y dar nuestra palabra. Nos convoca a nombrar lo que necesitamos, a colaborar con el otro en la creación de un espacio auténtico de intercambio en el que la sombra compartida es el terreno fértil que abre nuevos caminos de intimidad y creatividad. Júpiter en Libra hace un ángulo benéfico con la Luna y el Sol y nos invita a abrirnos plenamente en confianza. Este puede ser un tiempo en que nos damos cuenta de nuestro miedo a la intimidad y nuestra vulnerabilidad ante otra persona ¿cómo seremos recibidos si nombramos nuestra verdad? ¿qué patrón del pasado se visibiliza? ¿cómo lo podemos cambiar? ¿qué podemos hacer hacia el otro y con el otro para transformar este patrón? ¿hay tensión? ¿hay confianza? Tal vez esta Luna nos muestra las relaciones en las que ya no podemos crecer juntos. Tal vez hay vínculos que ya han culminado su ciclo evolutivo y necesitan ser honrados con despedidas y cierres.
Otra narrativa de este cambio se da en nuestra relación con grupos y dinámicas colectivas. Esta Luna llena nos habla de un ajuste en la relación entre la comunidad y el individuo. Esta Luna puede revelar dimensiones ocultas en nuestros espacios colectivos. Si la identidad grupal -la realidad y creencias consensuadas- reprimen de manera explícita o sutil nuestra expresión personal, este puede ser un tiempo de dudas vitales que lleven a separarnos de afiliaciones y compromisos que ya han cumplido su ciclo evolutivo.
La polaridad de Acuario y Leo nos habla del equilibrio o desequilibrio entre el individuo y su tribu. Cada círculo gira alrededor de un centro. Este centro es la conciencia grupal, lo que une y lo que convoca. El propósito y los valores son el centro de una espiral formada por individualidades que se unen a colaborar y cooperan para crecer juntos, para crear juntos. El centro es el lugar que lidera. En un grupo equilibrado y dinámico, el centro es de todos y cada cual tiene su lugar. El liderazgo es compartido y las vías de diálogo son flexibles y están abiertas. El grupo acoge y valora la diversidad como un tesoro. Todos y todas tienen voz.
Bajo esta Luna se activa el inconsciente grupal y puede revelar un consenso grupal represor. Si sentimos miedo a expresarnos, si callamos conscientemente nuestra verdad, si no sentimos el círculo seguro, si nuestra diferencia no es honrada y valorada, es un buen tiempo para actualizarnos y elegir nuevos rumbos. Si el inconsciente grupal genera en nosotros culpa, vergüenza, sensación de “haberlo hecho mal”, si nos hace dudar de lo que sentimos, si circula algún tipo de prohibición que atenta contra nuestra integridad, es tiempo de interrogar el valor de nuestra asociación.
Esta Luna nos convoca a llamar a nuestra manada, a estar con los nuestros, los que nos ven, los que abrazan lo que somos, los que no nos piden que seamos de otra manera. Esta Luna nos convoca a colaborar, cooperar y construir con otros sin sacrificar nuestra voz y expresión.
Mercurio es un planeta veloz que en su tránsito alrededor del Sol suele ocupar un grado de la rueda del zodiaco al día. Durante casi una semana Mercurio estará en un solo grado en el signo de Virgo. Esta lentitud se debe a su retrogradación. Durante este tiempo, entre la Luna llena de mañana y el 13 de agosto, Mercurio estará en conjunción con Vesta. El hecho de que en este periodo entre eclipses Mercurio esté casi parado en el cielo junto a Vesta nos ofrece una oportunidad de refinar y profundizar en los matices de este momento evolutivo.
Vesta nos habla de la energía devocional, la entrega a un servicio: es una energía que custodia : guardiana. Guardiana del fuego, guardiana del centro, guardiana del templo. En Virgo Vesta guarda nuestra tierra, nuestro cuerpo, nuestro día a día, nuestra práctica . Mientras todo se mueve y los cambios abren múltiples caminos, hay un lugar sereno y tranquilo ante el cual presentarnos, al cual acudir y en el cual ubicarnos. Para algunos es un templo, para otros un refugio. Es un espacio interno de retiro y contemplación en el que acompañamos el cambio refinando nuestro sueño, nuestra visión y servicio. El servicio no como algo que entregamos hacia fuera o hacemos por otros o por una causa. El servicio como una manera de ser y estar con nosotros mismos. El servicio como la voz de apoyo que nos damos a nosotros mismos.
Esta quietud es necesaria ya que una sabiduría antigua y sagrada nos está pidiendo que la recibamos, que escuchemos, que abramos la puerta. Esta energía necesita que nuestras resistencias se disuelvan, y ¿cómo podemos hacerlo si nuestro cuerpo, nuestra mente, están atrapada en torbellinos de ideas y movimientos de tiempo y espacio? Nuestro sistema nervioso necesita ajustarse y alinearse. Necesitamos que nuestra mente este calmada y tranquila, nuestro cuerpo sereno y relajado para conectar con la benevolencia de este momento. Los mensajes vienen de nuestro cuerpo, de nuestra tierra, de nuestro corazón, de nuestra sangre y necesitan ser acogidos. Necesitan saber que estamos presentes, que cuidamos, que honramos y custodiamos nuestro templo, nuestro fuego, nuestra conexión.
Este es un tiempo creativo, mágico, lleno de potencialidades en el que tenemos la oportunidad de actualizar nuestro sueño individual y colectivo.
La custodia de lo sagrado pasa por reconocer que somos sagrados. No hay separación. No puede haber separación. Cada voz, cada palabra, cada intención que nace de nuestro ser es sagrada. El fuego fuera de nosotros es un espejo de nuestro fuego interno. La tribu que honra el fuego en el centro de la comunidad, honra el fuego de cada uno de sus miembros.
Nuestra palabra es sagrada. Nuestra expresión es sagrada. Nuestra diferencia es sagrada. Nuestra diversidad es sagrada. Es cada día, con cada paso que damos, desde lo más íntimo hasta lo más universal, pasando por nuestras relaciones y círculos, que tejemos lo sagrado. Si no hay continuidad y coherencia en el hilo que une nuestro fuego con el fuego de la tribu y el fuego del Sol y el de la Tierra, algo no está en orden, algo está fuera de lugar. La realidad colectiva que nos rodea nos revela esta falta de orden.
Virgo ordena, pide integridad y coherencia. Podemos empezar poniendo orden en nuestra mente, en nuestras intenciones y honrar valientemente el cambio que se expresa desde adentro. ¿qué necesita de nosotros? ¿cómo podemos acompañarnos?
El signo de Acuario nos habla de la sabiduría de las Estrellas, los abuelos y abuelas que custodian la evolución de la humanidad, nuestros ancestros. El símbolo de Acuario es un hombre o una mujer que vierte el Agua de las Estrellas sobre la Tierra. Este es el cántaro de la Memoria. Cada uno de nosotros custodia su propio cántaro. Cada persona es una pieza del rompecabezas que crea la imagen global.
En Leo honramos nuestro sueño personal, el que nace de nuestro deseo, nuestro gozo y corazón. En Acuario lo compartimos. Este tiempo evolutivo nos pide que lo que entreguemos en servicio hacia afuera haya pasado por un proceso de actualización personal. Nuestro sueño colectivo y nuestro sueño personal tienen que estar alienados para que el cambio evolutivo se revele con integridad.
En los próximos meses veremos con cada vez más claridad lo que no está funcionando a nivel colectivo. Nuestro sueño colectivo pide una corrección de rumbo y este cambio de dirección empieza con nosotros. En Leo nos corregimos a nivel individual. Acuario nos convoca a consagrarnos al servicio del bienestar humanitario, a entregar lo mejor de nosotros a la unidad. Despertamos a la belleza de lo grupal, a los intereses colectivos, honrando nuestras responsabilidades individuales. Cada uno de nosotros tenemos una conexión directa con la fuente. Es vital que cada persona sea responsable y guardiana de su conexión. Si no la honramos no podemos participar con integridad en la actualización del sueño colectivo. El servicio empieza en casa, con nosotros mismos.
Paloma Todd
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