lunes, 14 de agosto de 2017

Tendemos a pensar que lo que nos sucede viene de fuera, que son los factores externos los que nos hacen sentir de una manera determinada y cuando lo que sentimos no nos gusta señalamos a algo o a alguien como responsable de nuestra sensación.

Al culpar al otro nos liberamos de nuestra responsabilidad. Sin embargo, olvidamos que al renunciar a la propia responsabilidad otorgamos el poder a los demás y nos convertimos en víctimas. “Culpar tiene un coste: la pérdida de nuestra libertad. Además, el papel de víctima trae consigo una auto-percepción de debilidad, vulnerabilidad e indefensión, que son los componentes principales de la apatía y la depresión”.

Eric Corbera 



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