Te quito la piel con apuro,
Soy un simple delincuente de la Ciudad de México,
Que huye de la policía después del asalto.
Mis besos y mis caricias son como manifestantes
Que gana terreno en la plancha del Zócalo capitalino,
Ese que es tu cuerpo.
Intento, persevero con los ojos,
No quiero perder detalle de este momento,
Porque me pedí, amor, en la selva de tu ser.
Eres salvaje, y ruges como un león,
Tu canto es igual al de un quetzal olvidado.
Entonces nos hundimos en el secreto del universo que desconocemos,
Entro y salgo de ti como si fuera mi habitación,
Tú eres mi casa, amor, tu alma ya es parte de la mía,
Ya no eres tú… ya no soy yo, somos uno mismo,
Así como el agua que sientes en tus caderas.
Como el aire que respiro.
Yo soy tu casa, tu abrigo, tu razón y tu salud.
Tú eres una ilusión para bien morir de tristeza
(me dices “te quiero” y yo me siento vivo),
Eres dolor de parto y vació en el corazón.
Seguí el compás que marcaba tu corazón,
Suave como un saxofón en el clímax de un jazz,
Para entonces el mío, latía como una bomba
Que estaba a pocos segundos de estallar,
Por la sinfonía de las armonías bucales
que me hacían estremecer.
Y entonces paso,
¿Lo esperamos con ansias?
Eclipsamos a medio día,
Yo era el sol, con la intensidad de mis versos,
tú eras la luna, con la tranquilidad de tu cuerpo,
Me perdí, no supe de mí,
ni de ti,
Eramos la creación perfecta de Dios,
Uno que no existe, uno que nosotros inventamos,
Con la compasión de cualquier Dios,
Hizo llover, humedeció muestra tierra,
Para que nosotros pudiéramos cultivar nuestro fruto.
El amor.
Entonces nos encontramos,
Abrazados, siendo una mezcla heterogénea
De simples y complejos sentimientos
Confundidos porque hace unos momentos
Eramos una homogénea
De cuerpo entero.
Oxidados por el ácido natural de nuestros cuerpos,
Creo que fue un sueño,
Porque cuando desperté,
Estaba una isla desierta
llamada vida...
— Ervin Z. Castro.
— Éxtasis Literario.
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