miércoles, 20 de septiembre de 2017

MI ÁRBOL GENEALÓGICO Y LA ELECTRICIDAD

La mayoría de las personas, aún no comprende la gran importancia que tiene conocer la historia de nuestra familia, comprender lo que vivieron y el cómo lo vivieron, y superar, la gran cantidad de programas que heredamos, cada ser humano, de nuestro padre y de nuestra madre.
A esto, claro, habremos de sumar, el hecho de aún una gran cantidad de personas, niega el hecho de que nuestra suerte en la vida, nuestras desgracias amorosas o nuestros problemas económicos, guarden siquiera una pequeña relación con “otros”.
Y es que al día de hoy, hablar de que nuestro nombre o nuestras fechas de concepción y nacimiento tienen relación con nuestro “destino”, es todavía, una tontería incomprensible.
Pero no vayamos más allá, ¿para qué?
Quedémonos aquí, justamente en éste punto, y hablemos mejor de ciencia, de genética, de frecuencias eléctricas, de ondas magnéticas y como postre, de embriología. Estos temas, parecen ser más aceptados, parecen tener lógica y por ello comenzaremos por ahí.
El primer tejido que se forma en el ser humano, es el tronco cerebral, el cerebro, para resumir. Las células de dicho tronco cerebral, ya emiten y reciben, una frecuencia electromagnética de 150 Hz.
Hay electricidad en nosotros.
Continúa formándose por completo el cerebro, sus capas, y de ahí proceden todos y cada uno de nuestros tejidos y órganos.
Una parte de ese cerebro, da origen a los huesos, a los músculos, a las articulaciones, etc.
Otra parte de ese cerebro, da origen a nuestro sistema digestivo y respiratorio.
Una parte más, da origen a todo nuestro sistema reproductor y de pronto, unos y otros, dan origen a otros órganos y tejidos como la piel, el cabello, etc.
Durante 9 meses, nos formamos de pies a cabeza, por dentro y por fuera, pero, realmente fue desde antes de nuestra concepción, que ya el espermatozoide y el óvulo que nos formó, con su respectiva carga “electromagnética”, nos han heredado patrones.
¿Por qué?
Porque las emociones son precisamente eso, descargas electromagnéticas que marcan a las células en nuestro cuerpo.
Una muerte, un miedo, un hecho violento, un vivir sintiéndose poca cosa, son emociones (descargas eléctricas) que fueron marcando las células de nuestros padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos. Si eso lo juntamos con 4 generaciones de “inconsciente colectivo”, es decir de recuerdos, obsesiones, preocupaciones, frustraciones, y estados psicológicos, es fácil concluir que al ser gestados nosotros, ya somos un cocktail emocional celular de concurso.
No conformes con esto, además recibimos el súper COMBO PACK, de creencias familiares:
- Debes ser profesionista, debes casarte de blanco, debes ser madre, debes mantener a una familia, debes tener coche, debes ser más alto o más delgado, debes hacer tal deporte, debes hablar tal idioma, debes casarte antes de los 25, debes vivir para que te mantengan, debes ser independiente, debes casarte con un rico, debes casarte con una rica, debes cuidar a tu madre en su vejez, debes ver por tus padres, debes cuidar a tu hermano el más chico, debes tener 3 hijos, tu primer hijo debe ser varón, debes, debes, debes, etc.
Ahora volvamos a la electricidad, porque de verdad es un asunto impresionante.
Resulta, que cada que recibimos un susto, o algo nos da miedo, algo nos angustia, o algo nos impacta, se produce dentro de nuestro cerebro una descarga eléctrica. Emitimos un “chispazo”. Y hay desde descargas “leves”, hasta descargas “fuertísimas”.
Dicho chispazo, no crean ustedes que se da a lo “loco”, no.
Esa chispa de electricidad, ocurrirá en el tejido cerebral preciso, que “rige” a una parte del cuerpo, a un tejido o a un órgano preciso.
Éste es el gran descubrimiento de Hamer, ni más ni menos.
Este es el gran descubrimiento que la Medicina Alópata oculta.
Sigo.
Entonces, en base a mi educación, creencias, vivencias y herencias familiares, y dependiendo de mi autoestima, seguridad, cuenta bancaria y autoconfianza, habrán ciertos conflictos que para mí sean tonterías y ciertos conflictos que para mí sean de vida o muerte.
Así, yo voy creciendo y de pronto, a mis 16 años, descubro que mi vida sólo tiene una finalidad: conseguir un marido guapo, rico, que me ame más que a nadie y formar con él una bonita familia con 3 hijos, un perro y una casa en la playa.
Así.
Comienzo a salir con uno y con otro, estudio, tengo a mi familia, pero mi vida sólo gira entorno a “conseguir eso que yo creo, es lo mío”. Continúo creciendo, pasan los años y creo haber encontrado al amor de mi vida. Me caso y hasta ahí, mi vida es color de rosa, linda y feliz.
En lo más profundo de mis sentimientos, mi miedo más grande, mi terror más profundo, es que ese sueño rosa, se rompa, se destruya, se derrumbe, por lo tanto, soy 100% vulnerable ante “decepciones amorosas”. No estoy preparada para ello, tengo miedo de vivir una decepción. Todas mis expectativas de vida están puestas allí.
Si yo vivo un impacto emocional, relacionado con infidelidad, abandono, mentiras, violencia, silencios, etc. Cualquiera que sea, emitiré una descarga eléctrica que dañará algún órgano o tejido, relacionado con mi “vida amorosa”.
Puedo dañarme un seno, puedo dañarme un brazo, puedo dañarme un ovario, puedo dañarme el útero, puedo dañarme el colon, puedo dañarme la vejiga, puedo dañarme el riñón, el hígado, etc. Y todo, porque soy vulnerable, gracias a mis expectativas y creencias, a problemas de éste tipo.
Si por el contrario, yo crecí pensando en que desarrollarse profesionalmente, tener éxito y dinero en la vida, eran lo mío. Una infidelidad me dará risa, un abandono pasará desapercibido, pero un faltante en mi cuenta bancaria puede hacerme explotar, un ascenso no logrado me derrumbará, y los órganos o tejidos que dañaré con mis descargas eléctricas, serán otros.
Y aquí es en donde entra el árbol genealógico, porque al día de hoy, existe un gran número de personas, con vidas normales o estables, que de la noche a la mañana tienen un cáncer, y no se lo explican. No hay relación entre su cáncer y lo que han vivido, entre el cáncer y sus expectativas. Ellos, por sí mismos, no han “emitido”, ninguna descarga emocional precisa, como para dañar tal o cual órgano o tejido.
¿Entonces?
Pues sencillo, la respuesta está en esas células emocionales heredadas. Y aquí es justamente, en donde el árbol genealógico, juega un papel importante para nosotros, porque es el mapa, que nos dará las pistas, para descubrir quién o quiénes, de la familia, sí vivieron esos impactos emocionales y nos han heredado, la programación.
Por lo que si fue mi abuela, la que vivió desamor, y sus expectativas de vida estaban puestas en mi abuelo, me ha heredado su miedo al abandono, su miedo a la infidelidad, a la mentira, etc. Ha sido ella, en sus células, la que ha marcado eléctricamente, la orden de que yo nazca “vulnerable” ante situaciones así. Y ha sido, el inconsciente familiar el que ha programado mi mente, mis pensamientos y mis ideas, para que esa herencia celular de mi abuela, sea en mí, una dinamita, lista para explotar, ante la mínima provocación.
Un miedo, una frustración, un temor.
Todo lo anterior, hablando de algo como un cáncer claro. Pero por supuesto, todos comprenderemos que ese es el grado máximo de impacto emocional.
Habrá grados más “tolerables” o manejables dentro de las herencias celulares.
Habrá diabetes, asma, y hasta propensión a las gripes. Y efectivamente, no porque nosotros emitamos la descarga eléctrica, sino porque las células programadas para que yo sea “vulnerable” ya están en mí.
Si no hay factores emocionales detonantes, yo puedo ir por la vida gozando de plena salud sin problema. Pero puedo presentar, de un día para otro y sin razón alguna, una enfermedad “inesperada”.
Y estos han sido los descubrimientos que surgieron posteriores a Hamer y que han ido evolucionando hasta tocar la cuántica energética, la física, la psicología, etc.
Es así como poco a poco, sobre las bases de la Nueva Medicina, llegamos al Transgeneracional, a las Constelaciones Familiares, al Ho´pono pono, al descubrimiento, de que somos todos, parte uno mismo. De que todos somos “el otro”. De que todo aquello que hacemos y pensamos, afecta a los demás.
Es así, como el nombre que llevamos nos marca, porque hay todo un planeta, que “da un significado” a dicho nombre y yo me veo obligado a cumplir dicho inconsciente colectivo.
Pero, si desconozco mi historia. Si ignoro lo que mi familia ha vivido. Si tengo expectativas que acumulan toda mi energía. Si vivo sin coherencia ni equilibrio. Si me niego a dar cabida a nuevos descubrimientos, más probabilidades tengo de dejarme llevar, de dejarme asustar por un diagnóstico médico.
Si soy de la idea de que moriré de cáncer porque en mi familia todos han muerto de cáncer, pues más me vale ir ahorrando para mis quimios y mi funeral porque prefiero eso a comprender mi historia y cambiarla.
Si soy de la idea de que yo moriré de infarto, de que yo seguramente tendré la presión alta o que seré diabético a los 30, como todos en mi familia, bien! 
No hay más que decir, adelante!
Pero si comprendo, si por un segundo comprendo, que todo es “electromagnetismo” contenido en células. Si comprendo puedo ser yo el que emite dicha o dichas descargas, y a la vez comprendo, que pude heredar células familiares ya “marcadas”, entonces podré hacer cambios. Puedo lograr que la historia de mis ancestros puede dejar de ser mi historia.
Si cambio mis expectativas y mis metas hacia unas más sanas y liberadoras, seré el motor de mi cambio, de mi salud. Y aún, si ya enfermo, si ya diagnosticado, comprendo las razones emocionales que provocaron esa descarga eléctrica que me enfermó, si descubro que fui yo o que fue mi bisabuelo, puedo ser capaz de sanarme.
Si cambio yo, si cambio lo que hago, si suelto mis apegos, si suelto mis creencias, si pienso por mí y creo que mí, puedo cambiar mi historia y la de mi familia. Y entonces, el árbol genealógico, ya no sólo es un pasatiempo, sino una obligación. La herramienta que me permitirá, o ayudará a sanar.
Aprovechar a mis familiares vivos e ir trabajando en el árbol para mis hijos o nietos. Porque algún día, los bebés de hoy, serán tatarabuelos, y sería magnífico, que ya haya suficiente información para que ellos la utilicen y en su caso, sanen.

Akasha Sanación Integral
Lic. Elizabeth Romero Sánchez


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