miércoles, 25 de octubre de 2017

Jaime Sabines

Pequeña del amor, tú no lo sabes, 
tú no puedes saberlo todavía, 
no me conmueve tu voz 
ni el ángel de tu boca fría, 
ni tus reacciones de sándalo 
en que perfumas y expiras, 
ni tu mirada de virgen 
crucificada y ardida. 

No me conmueve tu angustia 
tan bien dicha, 
ni tu sollozar callado 
y sin salida. 

No me conmueven tus gestos 
de melancolía, 
ni tu anhelar, ni tu espera, 
ni la herida 
de que me hablas afligida. 

Me conmueves toda tú 
representando tu vida 
con esa pasión tan torpe 
y tan limpia, 
como el que quiere matarse 
para contar: soy suicida. 

Hoja que apenas se mueve 
ya se siente desprendida: 
voy a seguirte queriendo 
todo el día.


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