El amor, sin embargo, no se desvanece. El amor no puede disminuir en el tiempo. El amor no es una mercancía, una forma cambiante. El amor es un campo, un campo dentro y fuera de nosotros, un campo en el cual los pensamientos, los sentimientos, incluso los planes aparentemente más sólidos para el futuro, pueden aparecer y desaparecer. El amor sostiene tanto la esperanza como la pérdida, la emoción tanto como el aburrimiento, la desilusión aplastante como la felicidad. El amor es el campo para las formas cambiantes, el terreno que nos sostiene mientras caminamos, nos sentamos, hablamos o no, sentimos lo que sentimos en la presencia del otro, nos ocupamos de nuestro día, planeamos, comemos, esperamos, decimos adiós, tratamos de amar. El amor es más grande que nosotros.
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