miércoles, 18 de octubre de 2017

luna nueva en libra :: júpiter en escorpio :: el poder de nombrar ::

“La crisis ecológica marca, al interior de la cultura occidental, el agotamiento de los modelos de guerra. Ser tiernos es entender que no somos el centro jerárquico del ecosistema, pues al depender biológica y afectivamente nos descentramos, admitiendo que el eje ordenador pasa a la vez por seres diferentes y distantes de nosotros. Acceder a la racionalidad ecológica y a la causalidad retroactiva es permitir la emergencia de un sentimiento de fractura en nuestra imagen de reyes de la creación, pues en los ecosistemas no hay centro, ni jefe, ni quien ordene u obedezca. El ecosistema es pluricéntrico y se reconstruye a cada instante, desde cada uno de sus centros, toda la actividad de la cadena viviente, abierto siempre a múltiples contactos, a variadas zonas de incertidumbre e indeterminación. Es en la captación sensible de esta variedad donde reside la sabiduría del ser viviente para articularse a las cadenas biológicas que le aseguran su nutrición y crecimiento”. – Luis Carlos Restrepo – “El Derecho a la Ternura”





Mañana jueves cruzamos el umbral de la Luna nueva en Libra. El encuentro mensual del Sol y la Luna en un mismo eje de nuestra galaxia nos recuerda que este es un tiempo de renovación. Renovamos nuestra energía. Renovamos nuestra intenciones. Renovamos nuestros votos.

Lo que llamamos realidad se tambalea ante nosotros. El escenario global nos devuelve una imagen que sacude nuestras firmezas y que desafía nuestra seguridad interna y externa. Bajo esta Luna nueva estamos particularmente sensibles a la energía emocional del colectivo. Expresiones colectivas de ira, angustia, desconcierto, shock y dolor nos acechan y detonan interrogaciones vitales. ¿estamos seguros? ¿qué nos espera? ¿qué rumbo tomamos? ¿qué podemos hacer?

Este es un momento en el ciclo lunar en el que tomamos las riendas de nuestras intenciones y ponemos un foco para nuestro camino. En este tiempo de tantos estímulos y de tantas intensidades simultáneas tal vez lo más valioso que podemos hacer por nosotros mismos -y por nuestro entorno- es encontrar y sostener un foco creativo y vital en nuestro día a día. Un foco que nos inspire, un foco que nos sostenga, un foco que nos ayude a emprender acciones concretas dirigidas a crear y compartir bienestar.

El sostener este foco de bienestar no implica una negación ni un escapismo de la violencia que nos rodea. Por el contrario, es porque vemos y sentimos la intensificación de la crisis humanitaria que reconocemos que es imperativo hacernos cargo de lo nuestro. Hacernos cargo de lo nuestro es atender nuestro ecosistema interno, nuestra ecología personal. Implica escuchar nuestras necesidades y atenderlas de la manera más autónoma posible. Esto nos habla de un modelo de autosuficiencia y autogestión. Gestionamos nuestra energía, nuestra emociones, nuestro tiempo y espacio, nuestros recursos y nos enfocamos en lo vital. En este micro espacio de gestión personal -en la medida de lo posible- garantizamos nuestro bienestar y nuestra expresión creativa. Desde ahí respondemos a los estímulos externos.

En la medida que los detonantes externos se intensifican, lo propio es recalibrar y autorregular nuestro espacio interno para generar respuestas que, en vez de contribuir al drama o a la violencia, nutran las vías del diálogo y la armonización. En el clima astrológico actual esta no es una tarea fácil.

La Luna y el Sol hacen una oposición exacta con Urano y Eris en Aries. La balanza de Libra se mueve de un extremo a otro, especialmente de adentro hacia fuera, de afuera hacia adentro. Cuando estamos en nuestra burbuja de paz íntima y personal nos sentimos en equilibrio y armonía. Sin embargo, cuando entramos en contacto con otros, o con eventos detonantes colectivos, nos movemos al otro lado del espectro y sentimos la violencia y agresión de Urano y Eris en Aries. Es este fuego de Aries el que nos saca de nuestro centro, el que sacude nuestras certezas, el que desplaza nuestra realidad y que nos convoca a una autorregulación consciente constante.

El colectivo -con su exceso de violencia, con su narrativa de desastres desbocada, con su abuso de poder y profunda injusticia – nos despierta una impotencia ancestral que nos paraliza o enciende en nosotros un fuego que no sabemos controlar. También nos invita a escapar, nos suplica un calmante que nos sosiegue. No solo es esta realidad colectiva la que nos desafía sino que nuestras relaciones también nos empujan al límite, al filo de un juego que nos da miedo mirar, aceptar. ¿en quién confiamos? ¿con qué apoyos contamos en este tiempo de intemperies? ¿qué vínculo es seguro en tiempos voraces en el que la ley del sálvese quien pueda amenaza nuestras máscaras idealizadas?

En este tiempo en que el miedo azota nuestro paisaje comunitario, en que las verdades emergen y las máscaras se caen. ¿quién acoge nuestro miedo? ¿quién nos acompaña en nuestro dolor? ¿quién nos da la mano en la tormenta?




Urano nos despierta a través del shock y la sorpresa. Esta Lunación parece querer decirnos que el shock del dolor tiene la función de sacarnos del ensueño colectivo de la inercia, del exceso de confort y de nuestra complacencia. El peligro está en normalizar estas intensidades e intentar volver hacia lo que había. El peligro es que nos acostumbremos cada vez más al caos y a la pérdida de vidas y de recursos, al aumento cada vez más intenso de la violencia, y que no seamos capaces de responder y participar de manera creativa, vital.

Urano nos inspira a encontrar otras vías creativas, otra manera de hacer las cosas. Sus estrategias nos despiertan a la urgencia de comprometernos a dar pasos concretos al cambio que este maestro pide en nuestra vida.



Libra por otro lado necesita encontrar una vía pacífica que apacigüe el desequilibrio. Hay un fuerte deseo de unión, cooperación y colaboración. Este es un proceso que nos habla de reconciliar nuestra diferencias y abrirnos a la negociación con personas con las que estamos en disonancia o conflicto. Esta Luna también nos invita a atar cabos sueltos y no dejar conversaciones transformadoras, incómodas o complejas pendientes. Al contrario, nos invita a bracear este territorio salvaje de la sombra compartida y a nombrar juntos, desde lo íntimo y vulnerable, con compasión y ternura, aquello que nos ha herido mutuamente.



La dificultad está en que si una de las personas que está envuelta en un conflicto -y al proceso que lleve a su resolución- no ha hecho su trabajo personal la balanza no está equilibrada. No le corresponde a la persona que sí ha hecho un trabajo consigo misma hacer el trabajo de quien que no esté dispuesto a trabajarse. De ahí la delicadeza de este momento en nuestras relaciones en las que las proyecciones de demandas, carencias y sombras no integradas van y vienen intoxicando los vínculos y dificultando un intercambio equilibrado y respetuoso.

Nadie puede salvar a otra persona. Eso no quiere decir que no nos demos la mano y nos ayudemos solidariamente, al contrario. Sin embargo, esta Luna nos aconseja a que estemos atentos al nivel de reciprocidad en nuestros intercambios vinculares y en la ayuda que damos y recibimos.

Hay una visceralidad profunda que se abre y nos revela su ferocidad. Es como si el dragón de nuestras entrañas, con sus miedos más antiguos y su ira reprimida hubiese encontrado la puerta de entrada a nuestra realidad. Sentimos miedo y está bien. Sentimos dolor y rabia y está bien. Sentimos incertidumbre y desasosiego y está bien. Reprimirlo, endulzarlo, disfrazarlo, negarlo es añadir leña a una violencia silenciosa ancestral, una violencia que nos desautoriza a honrar lo que somos cuando nos permitimos sentir plenamente e íntegramente. Una violencia que nos convoca al silencio. Una violencia que actúa desde la censura y la represión.

Esta Luna nueva nos invita a interrogar : ¿qué me prohíbe abrazar el paisaje de la totalidad de lo que siento? ¿qué hace que confunda mi fortaleza con dureza, rigidez, control? ¿qué creencias en nombre del desapego y del positivismo me disocian de lo que siento? ¿qué creencias apoyan el paradigma de que los fuertes sobreviven y los débiles no? ¿qué creencias apoyan la idea de que la vulnerabilidad es motivo de vergüenza? ¿qué me separa del dolor ajeno?

Sentir quema y desafía nuestras creencias y nuestros valores. Eso que sentimos hoy puede derrotar todo un modelo de vida que no resiste la realidad del presente. Es precisamente la enormidad de las pérdidas la que nos hace de espejo de lo que hemos ignorado y, desde ahí, nos preguntamos, ¿qué valor tiene lo que hago? ¿qué valor tiene lo que tengo? ¿qué se revela vital en este tiempo? ¿en qué me enfoco? ¿cuál es la prioridad?

Júpiter estrena su entrada en Escorpio, signo por el cual transitará hasta noviembre del año que viene. Júpiter magnifica todo lo que toca. Este arquetipo maestro agranda, expande, expone, traspasa lo límites, nos hace crecer. Júpiter nos invita siempre a mirar, a acoger y honrar lo que vemos. Busca la verdad.

En Escorpio entramos en el terreno de la iniciación espiritual. Casa de los brujos y brujas, territorio de los cazadores de energía, templo de la magia. Es en Escorpio que abrimos los ojos a la verdad oculta detrás de los velos y navegamos entre mundos. Es en las sombras de sus aguas profundas que enfrentamos nuestro mayor miedo y encontramos la luz de nuestro poder personal. Júpiter en Escorpio nos invita a aceptar nuestro miedo a la verdad oculta. Nos invita a mirar, a ver. Es en la sombra del inframundo de Escorpio que encontramos la puerta a una renovación y regeneración que nos anuncia un renacimiento.

Escorpio es el signo de las agendas ocultas, los secretos y los poderes que se mueven detrás del velo de la llamada realidad. Por un lado nos habla del abuso de poder y, por otro, del buen uso del poder. La línea que separa lo uno de lo otro es muy sutil. Júpiter en Escorpio tiene el potencial de poner luz a las diferenciaciones sutiles en las maneras en que usamos el poder.

Este es un tiempo en que somos invitados a una interrogación profunda sobre nuestra participación en el desequilibrio energético planetario mediante un uso erróneo de nuestro poder personal. Este darnos cuenta es vital para el equilibrio del ecosistema global. Es la luz de nuestra conciencia y la valentía de acoger nuestras propias verdades ocultas lo que potencia la transformación de nuestra conciencia colectiva. Es la capacidad de negarnos a sostener secretos tóxicos, de dejar de negar la verdad, de dejar de silenciar las voces emergentes que delatan los abusos íntimos y colectivos, que contribuimos a apaciguas la violencia colectiva.

Bajo esta Luna nueva en Libra, Mercurio hace una conjunción con Júpiter en Escorpio. Esta primera Luna nueva con Júpiter en Escorpio nos trae un mensaje del inframundo. Una verdad que hemos mantenido reprimida, secreta, censurada, exiliada emerge en la conciencia colectiva. Es necesario que la acojamos. Es necesarios que la nombremos.

El reino de Escorpio nos habla del intercambio de energía. Intercambio de energía sexual y creativa. Intercambio de dinero y recursos. Intercambio de poderes. Si miramos el escenario colectivo veremos que estas son las áreas secuestradas por las élites que dominan la conciencia planetaria.

Esta encrucijada astrológica nos habla de una oportunidad de contribuir a la reconstrucción de la integridad planetaria. La verdad sobre el abuso sexual a nivel colectivo y personal es solo la punta del iceberg de todo un cuerpo energético oculto que está queriendo salir a la luz. Júpiter en Escorpio nos habla de grandes verdades que no queremos ver.

Algunas de estas verdades tienen que ver con la normalización de una cultura de violación. Una cultura depredadora y esclavizadora. El camino de la conciencia está bloqueado por los secretos no revelados de las élites y su abuso energético, sexual. Estamos en un estancamiento global en el que seguimos perpetuándonos como depredadores y víctimas de la violencia de género, raza, clase. Para poder mirar esta verdad y acogerla de manera segura necesitamos atajar la disonancia cognitiva generada por el trauma trans-generacional y personal del abuso sexual.

Necesitamos cultivar procesos que abran un tiempo y espacio para compartir y nombrar estos temas y nutrir el tejido de la conciencia colectiva desde lo íntimo, lo seguro, lo cálido, lo solidario y lo tierno.

Ser honestos los unos con los otros es un paso hacia la sanación espiritual de la violencia sexual, personal y colectiva. Vivimos en un mundo que nos hace acusarnos y odiarnos a nosotros mismos por ser víctimas, débiles o por haber sido depredados. Es importante entender que la energía de la depredación es una de pillaje, de robo y de acecho a una presa. Ningún sistema de creencias nos puede hacer responsables por ser depredados. Es sistémico y es parte de una estrategia de control y dominación. Es un robo de nuestro poder. Es un robo de nuestros recursos. Eso no quiere decir que no nos hagamos cargo de restaurar nuestro poder personal para no ser una presa atractiva para la energía depredadora. Sobre todo nos invita a no perpetuar el abuso con nuestro silencio, escapismo y culpabilizando a las víctimas.

Requiere mucha solidaridad poder acoger la vivencia de abuso de otra persona, independientemente del género. Requiere mucha compasión acoger la nuestra y la de nuestros linajes. Compasión, aceptación, respeto, dignidad  por haber sobrevivido una experiencia directa de acoso, abuso, violación son principios necesarios para acoger estas revelaciones.

Detrás de esta dinámica de lo que hablamos es de restaurar el tejido solidario entre hombre y mujeres, entre todos, para juntos mirar y nombrar de frente esta realidad de abuso. Abuso sexual, depredación de nuestro poder creativo, robo de nuestros de nuestra energía; abuso de la Tierra, depredación de la Vida, robo de los recursos planetarios. Lo personal y lo colectivo van de la mano, de ahí que sea imperativo que nos comprometamos y nombremos lo que urge nombrar y visibilizar. El poder de nombrar nos devuelve la autoridad, nos devuelve el buen poder, nos devuelve a la integridad de nuestro ser.

Júpiter en Escorpio nos invita a enfrentar juntos el duelo de darnos cuenta lo rota que está nuestra realidad humana. Este es un tiempo en que estamos convocados a alejarnos de las esferas tiránicas dominantes que controlan la verdad y reeducarnos en prácticas de sensibilidad, intimidad y ternura.

En honor a los cientos de miles de niñas y niños desaparecidos cada año, secuestrados por redes pedófilas, violados y muchos asesinados no podemos bloquear esta verdad. No nos puede importar lo incómodo, desagradable y repugnante que esta realidad nos enfrenta a aceptar, mirar, acoger. Esta es la sombra que necesitamos bracear juntos. Esta es la valentía e integridad que hemos de encarnar juntos.





Fuente: Paloma Todd 

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