Todos sabemos que cuando una relación amorosa comienza, ésta se disfruta con mucha pasión, con muchas ganas de compartir, con infinita aceptación, infinito perdón, alegría, ilusión, entusiasmo y demás.
No hay para ninguno de nosotros una prioridad superior a la de compartir tiempo con esa persona amada. Todo es descubrimiento, disfrute, paz, optimismo, sueños y optimismo.
Todo parece fácil, no hay imposibles.
Los besos, las caricias y hasta un simple roce nos hace volar tan alto, que perdemos el miedo a caer.
Dejamos de ver hasta nuestros propios defectos, luego claro, de que ya desde un inicio, hemos quedado cegados a los defectos del otro.
Esta etapa de “enamoramiento masivo” como yo la llamo, es sin duda, la mejor. En una dulce y tierna miel sobre hojuelas.
Sin embargo, y conforme pasan los meses o los años, se llega inevitablemente a la rutina.
Los besos en sí mismos ya tienen una forma particular. Las tomadas de mano a veces ya resultan hasta incómodas porque ya tenemos en la cabeza otras cosas.
Ya sabemos cómo ríe y como llora la otra persona, ya sabemos lo que le gusta y lo que le molesta y ya no tan fácilmente podemos “dejarlo pasar”.
Es entonces que hay que hacer un ajuste en nuestra vida para poder seguir adelante, porque de no hacerlo a tiempo, esa miel se convertirá en veneno y terminaremos intoxicados.
De pronto nos encontramos en la encrucijada de tener que ceder en muchas de nuestras cosas, muchas cosas que en un principio fueron aceptadas por nuestra pareja pero que ahora le molestan.
Y comenzamos a dudar, llegamos justo al punto en que nuestro sexto sentido nos plantea varias situaciones:
- ¿Es realmente el amor de mi vida?
- ¿Será sólo una etapa de ajuste y al final de ésta estaremos bien y amándonos para siempre?
- ¿Realmente puedo vivir toda la vida con aquello de la otra persona que me molesta?
- ¿No estaré exagerando y eso que me molesta no es tan importante?
- ¿Será que gracias a mi amor infinito la otra persona cambiará sus cosas molestas?
Y mientras dudamos, continuamos. Porque una parte de nosotros, quiere volver a sentir lo que sentía al principio. Una parte de nosotros, acepta que debe haber una evolución en la pareja. Otra parte de nosotros duda realmente el estar con la persona correcta. Y otra parte de nosotros prefiere “hacerse el loco” y seguir adelante con tal de no estar solo.
Y aceptémoslo, sólo una de cada 10 parejas que comenzaron muy enamoradas e ilusionadas, logra real y conscientemente, dar paso a una relación madura de atracción y respeto. De amor y alegría. De confianza y fidelidad. Sólo una.
Las restante 9, siguen adelante no importando o no siendo conscientes de las consecuencias.
Dicho esto, hablemos ahora de esas parejas que desde un principio no están seguras de quedarse o irse, de esas parejas que aún al momento de casarse o tener hijos aún dudan estar con la pareja ideal.
Hablemos de esos 4 elementos que sin duda los harán sufrir más adelante. Porque no pueden permanecer ajenos a esa avalancha de desilusión que se está formando.
¿Cuáles son las señales? ¿Qué indicadores me dicen que mi relación se está rompiendo? ¿Cuándo aparecen éstas señales hay solución?
1. CRÍTICA DESTRUCTIVA
Es normal que cuando hay confianza y se quiere mucho a una persona, haya críticas por ambas partes. Esto es una forma sana de conocerse mejor y mejorar ciertos aspectos de la pareja que desconocíamos. Sin embargo, hay un tipo de crítica que es mucho más dolorosa y que se usa para hacer daño a la otra parte. Es lo que se llama crítica destructiva y sólo logra una sola cosa: desvalorizarnos y con ello, dañar nuestros huesos, músculos, articulaciones y ganglios.
Todo el mundo comete errores, pero cuando nuestra pareja critica nuestra manera de proceder, decidir, elegir, hablar, caminar, vestir, etc, hiriéndonos denota sin duda que esa persona ya no siente esa miel sobre hojuelas que nos unió al principio.
Y comienzan los reclamos claro:
- Antes te gustaba como era yo.
- Antes no me decías nada cuando yo decidía lo mismo.
- Antes cuando me amabas no me criticabas.
- Antes te preocupabas más por mí.
- Antes tenías más interés por mí.
Entrando a ésta etapa de críticas, es normal comenzar las conversaciones de pareja con el “Antes tu….”
Solución:
Dejar de repetir el “antes tú…” y de manera inmediata, dialogar sobre esas críticas recibidas por parte de la pareja y dejar en claro que no se tolerarán más.
Intentar averiguar mediante una plática sana y pacífica, la verdadera intención de la pareja al tratarnos así, porque efectivamente puede estar sucediendo, que ya no se sienta enamorado o enamorada de nosotros y que ya le sea imposible tolerarnos.
Y cuidado con la respuesta: Ay cómo exageras, era una broma!
Porque eso ya habla del carácter impositivo de la pareja, que busca dominarnos sutilmente, nuevamente desvalorizándonos.
Sólo con un diálogo maduro y tranquilo, podrás expresarte abiertamente y del mismo modo, escuchar y comprender lo que ocurre con tu pareja.
2. DESPRECIO
Cuando existe el desprecio tanto por una como por ambas partes, ya de forma usual, diaria o cotidiana, se puede decir que la pareja no llegará a buen puerto. El desprecio se manifiesta en forma de burlas, sarcasmos, insultos y hasta en movimientos que nos imitan “mímica” o “imitaciones de la voz”.
En cualquiera de sus formas provocará que la otra persona no se sienta apenas valorada.
Solución:
La única solución ante el desprecio, nuevamente se basa en el diálogo y en el acuerdo. Reconstruir nuevamente el respeto entre ambos comenzando nuevamente a decir cosas buenas del otro.
- “Qué bien te ves hoy”
- “Qué rápido hiciste esto”.
- “Qué delicioso platillo cocinaste”.
- “Qué bueno que lo recordaste”.
3. PONERSE A LA DEFENSIVA
Comúnmente, cuando una persona se equivoca en algo, tiende a justificarse o a ponerse a la defensiva y es normal.
Sin embargo, cuando ante la pareja las justificaciones o estar a la defensiva se convierte en el comportamiento de todos los días, puede denotar que ya no existe el mismo grado de interés por estar nosotros.
Lega tarde todo el tiempo, olvida que teníamos un compromiso o una cita, ya no es tan importante vernos, ya el trabajo le impide todos los días un tiempo para mí, etc.
Esto suele ocurrir mucho para ocultar infidelidades, consiguiendo así que el infiel o la infiel no se sientan tan culpables por su “aventura.”
Solución:
Y volvemos al diálogo maduro y tranquilo entre la pareja, encontrando el por qué de las actitudes defensivas y el por qué de las justificaciones o pretextos.
Porque casi un 99% de las parejas, deja pasar estos instantes para venirse a dar cuenta luego ya de años, que desde entonces algo ya se había roto en la relación y no se hizo nada.
Cuando surja un problema y nuestra pareja esté a la defensiva o se justifique, lo mejor será intentar poner una solución inmediata y permanente entre ambos y dejar atrás reproches y orgullos.
4. EL MURO DE PIEDRA
Esto es uno de los últimos factores que aparecen cuando la pareja está ya casi deshecha.
No hay comunicación alguna.
Puede haber aludos, despedidas y hasta besos de buenos días o buenas noches, pero ya no hay comunicación.
Lo único que mantiene juntas a éstas personas es la rutina, los apegos, los miedos, pero ya no hay amor. Tan sólo costumbre y conformismo.
Es una vida de pareja en silencio, en donde de lo que se habla, es de los demás. De los vecinos, del trabajo, del jefe, de la mamá, de las hermanas, de los hijos, de todos menos de ellos.
Ya no se pregunta nada, todo se da por hecho. Ya está establecida una rutina de comidas, horarios, salidas, todo. Lo demás, permanece lleno de silencio.
Ya no hay mariposas en estómago, ya no hay nervios o emoción, es una etapa casi mecánica, robotizada, tan sólo esperando el final, la despedida, la muerte.
Cada uno hace sus cosas, sale con sus amigos, hace sus tareas pendientes, compra lo que necesita pero duermen juntos. Están juntos sin estarlo realmente. Ya no se tocan, ya no se emocionan, se están apagando. Y cuando hablan, pareciera que lo hacen con un muro, que no hay respuesta, que no hay eco, tan sólo vacío.
Solución:
Si de verdad te importa tu pareja… ¡Pues actúa!
Y lo primero es hablar, dialogar, platicar, aceptando que probablemente, escuches cosas que no te gusten y que habrás de modificar. Y del mismo modo, entiende que tú deberás ser escuchado recibiendo lo mismo.
Y es que si hubiera una fórmula mágica y perpetua para asegurar el amor incondicional en una pareja, todos viviríamos felices y en armonía.
En la gran mayoría de las parejas, se trata de pulir día con día, todo aquello que nos va lastimando e incomodando del otro, pero sí tiene que haber una conciencia de la gran diferencia que existe entre limar asperezas que como pareja nos están molestando y querer cambiar al otro porque desde el inicio elegí mal.
La persona que te ame, debe amarte con tus cosas buenas y tus cosas malas, desde el principio. Y tal vez tan sólo modifiques en unos años, tu forma de gastar en zapatos o la forma en que ordenas tus herramientas.
Lo que nos hace llegar a la conclusión de que mucho del éxito o el fracaso de una pareja está en la elección consciente de la otra persona. Observando desde el inicio todo aquello que sabemos, en un futuro será intolerable.
Siendo sinceros y honestos con nosotros mismos, antes de que caiga la miel sobre las hojuelas.
Así las cosas…
Akasha Sanación Integral
Elizabeth Romero Sánchez y Edgar Romero Franco.
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