lunes, 13 de noviembre de 2017

LA BIOLOGÍA DEL AMOR

¿Se han fijado que el tema amoroso es uno de los principales conflictos en las vidas de cualquiera de nosotros?
Pareciera que cuanto más avanzamos en tecnología y en modernidad, el tema del amor va cada vez más en decadencia. Incluso el amor por nosotros mismos.
Los números y las estadísticas modernas, indican que el número de parejas que se casan cada año a nivel mundial, ha ido disminuyendo progresivamente en las últimas dos décadas.
Del mismo modo y por el contrario, el número de divorcios y separaciones ha ido vertiginosamente en aumento así como los casos de ansiedad, depresión, etc.
Una alarmante cantidad de personas, viven y permanecen solteros en la actualidad por muy diversas y válidas razones.
Casarse y tener hijos ha pasado ya de ser un tema prioritario a ser un tema secundario, luego de resolver primero el tema de los estudios, el trabajo, los ingresos y el dinero.
Y todos nosotros pensaríamos que está bien, que es correcto, que es normal, pero no estamos conscientes de que biológicamente, estamos viviendo todos, con una gran bomba de tiempo a punto de explotar. ¿Por qué?
Porque biológicamente, todo ser humano, está diseñado para nacer, crecer, encontrar una pareja, procrear hijos y morir.
Hemos entonces, cambiado ese plan biológico por nacer, crecer, estudiar, conseguir trabajo, hacer dinero y morir. Y la biología entonces, ha pasado de ser una prioridad, a ser la causa actual de muchas enfermedades, por la simple razón de que nuestro inconsciente es biológico.
Por lo tanto, aunque para nosotros sea normal pensar que podemos trabajar hasta los 35 para luego casarnos y tener hijos, nuestro inconsciente biológico nos estará obligando a “sentir” prisa por enamorarnos, “prisa” por procrear, “prisa” por formar una familia, mucho antes.
Y es de esa manera que ambos sexos comienzan a tener conflictos de salud de todo tipo, porque vivimos de prisa, vivimos en la inconsciencia del materialismo como base de una falsa felicidad. Mientras nuestros cuerpos, gritan desesperadamente que ya es hora de encontrar a un macho que me proteja, a un macho que me permita ser madre, a un macho que provea a la familia.
Y en los hombres, si bien no es tan marcado, biológicamente está la orden de procrear al heredero, al hijo que luego que unos años tomará el liderazgo de la manada. Es imperativo entonces para un macho, dejar descendencia.
Pasamos de la biológica prehistoria del hombre en las cuevas, al 2017 y al Iphone X, donde el estrés es parte normal de nuestras vidas y el éxito económico y profesional es el máximo mandato de existencia.
Pasamos de las mujeres en las cuevas criando y cocinando, a mujeres corriendo por la calle para llegar de su trabajo a la casa a preparar una cena de microondas y convivir apenas con esos desconocidos que conforman su familia.
Pasamos de hombres cazadores dedicados a su familia, a empleados de tiempo completo, frustrados sexualmente, ganando apenas lo indispensable y disfrutando si es posible de unas cervezas con los amigos el viernes por la noche para disfrutar durmiendo del fin de semana.
Todo esto tanto en hombres como mujeres, vivido como “normal”.
Somos esclavos del dinero, del tiempo, y sólo nos acordamos de la biología cuando alguna molestia física nos impide continuar contra nuestra loca carrera.
Y comienza el hipertiroidismo y el hipotiroidismo, que no es más que la señal biológica de que si vamos a estar en casa, estemos tranquilos, o si hemos decidido salir a trabajar, estemos tranquilos. La tiroides únicamente se afecta cuando “estamos aquí, queriendo estar allá”.
Mujeres que quieren estar en casa con sus hijos y su familia, pero “deben” salir a trabajar y a cumplir con el aspecto profesional, eso sí, angustiadas todo el día por querer volver a casa, por ver a sus hijos, por atender los pendientes en el hogar, etc. Están en el trabajo, queriendo realmente estar en casa.
Y por el contrario, mujeres que están metidas en su casa, pero que añoran ya el volver a trabajar porque las labores hogareñas las aburren, las hartan y sienten que profesional o económicamente, se están quedando atrás. Están en su casa, queriendo estar afuera trabajando.
¿Hipertensión? Pero claro! ¿Por qué no habría yo de padecerla? Si me tengo que levantar corriendo para salir al tráfico infernal de todos los días, irme pelando con el chofer de adelante que no me deja pasar y todavía llegar a un trabajo que odio a discutir con mis jefes o mis compañeros de trabajo por lo que ocurra hoy, que siempre será algún imprevisto.
Vivir en estrés constante, preocupándome por todo, dejándome afectar por lo que digan o hagan los demás, castigándome a mí mismo por no ser lo suficientemente efectivo, rápido y asertivo y para colmo, juzgando y criticando absolutamente todo mi entorno.
¿Diabetes? Bienvenida al club, si cada día que pasa me doy cuenta de que no he tenido la vida que me merecía y cada día que pasa más me resigno a mi triste destino. Tristeza por no haber recibido el amor, el apoyo y la comprensión de los que me rodean como yo lo imaginaba. Si me siento víctima de mis propias circunstancias.
Ah! Pero no nos olvidemos de nuestra querida Gastritis, su amiga la Colitis y su primo el Estreñimiento. Combo perfecto para días, semanas, meses y años de perdonar sin olvidar, de no tragar ni digerir la vida que tenemos gracias a nuestras malas decisiones. 
Combo de enfermedades que nos recuerdan todos los días, que no somos felices aunque nosotros queramos pensar y demostrar a los demás “que estamos bien”.
Enfermedades que nos recuerdan que estamos jugando a “vivir felices” cuando en lo profundo, sabemos bien que no es así.
Y es que la biología, nuestro cerebro, nuestras emociones, se han tenido que ir adaptando al ritmo de vida de hoy. Los sistemas reproductivos, han tenido que resignarse a que ya no nos embarazaremos a los 24 años sino a los 34 años, porque en lo que terminamos la carrera y conseguimos la maestría, tener hijos sería un obstáculo.
Cánceres de seno a montones, porque en nuestra prisa, nos enamoramos de “cualquiera” para luego por supuesto, vivir desengaño tras desengaño, separación tras separación. Tan sólo porque gracias a nuestras prisas, vivimos urgidas de encontrar el amor, quién nos ame para siempre, quién no nos engañe, quién jamás nos deje, y elegimos mal una y otra vez.
Ya no hay paz o serenidad para sentarnos a analizar realmente lo que queremos en la vida, las verdaderas prioridades o para decidir de corazón aquel camino que nos llenaría el alma.
La Biología, más que nunca, está gritándonos que nos detengamos, que pongamos atención a lo verdaderamente importante de la vida, que escuchemos a nuestro cuerpo, que dejemos ya de meternos pastillas y más pastillas para aparentar que no está sucediendo nada.
La biología nos pide amor por nosotros mismos, respeto a nosotros mismos.
Porque en nuestra equivocado objetivo de cosas por tener y cosas por lograr, nos hemos perdido. Cumpliendo las expectativas de otros, enriqueciendo a otros y matándonos poco a poco con enfermedades que nos suplican a gritos, cambiar.


Akasha Sanación Integral
Elizabeth Romero Sánchez y Edgar Romero Franco.


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