jueves, 9 de noviembre de 2017

La observación en calma del universo es la respuesta, y es también el principio de la meditación. Si no sabemos qué hacer, hay que observar. El acto de escuchar música, escucharla hasta que eventualmente la entendemos, no en palabras, pero sí de otra forma, porque el punto es la música, hasta que nos convertimos en la música. De la misma manera, la vida adquiere un sentido insospechado con el simple acto de observarla, no solamente lo que pasa afuera de nosotros, sino también lo que pasa dentro. Los pensamientos, las emociones, los miedos deben observarse desde el punto de vista de un espectador, sin querer cambiarlos o juzgarlos, como nubes que pasan velozmente por el cielo.


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