domingo, 3 de diciembre de 2017

Luna llena en Géminis :: en la espiral de Saturno :: Mercurio retrógrado en Sagitario ::

Reflexiones íntimas en torno a la Luna llena en Géminis :: la palabra tiene la palabra ::

Comunicarnos es un encuentro. Un encuentro en el que la palabra nos puede llevar a una raíz común. Comunicar no pertenece al reino de la palabra. También podemos llegar a esta raíz sin palabras.

Se dice que lo que no se nombra no existe. El bebé necesita ser nombrado para saber que existe. Y tocado y abrazado.

Aún resuenan vivas en la cueva de nuestras células esas primeras palabras. ¿mamá?

Nuestras primeras palabras son una semilla de un árbol que crecerá.

Hoy abrimos la puerta de la palabra. Palabras que dan cuerpo a nuestra voz, que la envuelven y la transportan. Palabras que habitan un tiempo y un espacio compartido, contigo. Palabras que comulgan y crean realidades. Palabra de unión.

Hoy hablamos del poder del verbo para crear.




Palabras que generan conflicto porque a veces eso que tengo que decir no te gusta, no es bienvenido. A veces quiero dar mi palabra y no es recibida. ¿qué me pasa con eso? ¿cuántas conversaciones pendientes voy acumulando en mi mochila? ¿son palabras vivas en mi? ¿las amo? ¿las abandono? A veces quiero dar mi palabra y no puedo.

Interrogar nuestras palabras abre un mundo.

Nombramos lo que no nos gusta. Nombramos lo que necesitamos. A veces generamos conflicto. A veces este conflicto es necesario, vital. Qué desafío el de sostenernos en la justa medida de nombrar lo que necesitamos y respetar los límites del que no puede, o no quiere, escucharnos. Es un filo. El filo de la palabra justa.

Hay palabras que generan confianza porque tejidas con cuidado crean puentes donde antes habían abismos. Palabras que respetuosas tocan la puerta antes de entrar. Palabras que cuidan lo que amamos juntas, juntos. Palabras que piden permiso. Palabras que curan.

Si tienes quien acoja tus palabras, si son cuidadas y bien recibidas, entrégalas con firmeza, entrégalas con delicadeza. Firmeza en honrarte y delicadeza con la otra persona. Eso me dicen mis palabras.

Es un arte. Es un poder. Es vulnerabilidad.

Y hay las palabras que hieren. Palabras que entran sin permiso, que nos traspasan y nos penetran en lugares íntimos, privados. Palabras cuyo filo nos abren de par en par y despiertan memorias dormidas. Palabras cálidas que derriten nuestras defensas. Palabras sabias que nos despiertan. Hermosas palabras que inspiran y revelan el misterio de tejer juntos un mundo compartido.

Palabras cálidas. Palabras frías. Palabras heridas. Palabras de fuego. Palabras tristes. Palabras violentas. Palabras crudas. Palabras inmaduras. Palabras llenas de agua porque lloran íntimas y profundas. Palabras que confiesan. Palabras que rezan.

¿cuánta violencia cabe en una palabra? ¿cuánto amor? Una palabra es un mundo que construyo de mi hacia ti. ¿cómo recibes mi mundo? ¿cómo entro en tu mundo? ¿hablamos y tejemos un nuevo mundo? ¿hablamos y destejemos juntos los mundos falsos? Palabras de despedida. Palabras muertas.

Palabras que nombran una necesidad, que ponen un límite, que reclaman respeto. Son solo palabras y no las escuchamos. Repito. Repetimos. Las mismas palabras y se las lleva el viento. Palabras sin raíz.

No me escuchas. No me escuchan. No nos escuchamos. Repetición de palabras que nos llevan a un mismo lugar. Palabras bucles. ¿cómo salimos de aquí?

Para crear un lugar común tal vez necesitamos ordenar nuestras palabras. Tal vez primero necesitamos quedarnos sin palabras.

Hay palabras llaves que abren puertas que me pueden llevar al brillo de un fuego cálido o al hielo de un calabozo oculto. Acoger la palabra es un arte. Darle la bienvenida. Poderosa palabra de fuego que derrite resistencias y ablanda mi corazón. Poderosa palabra que como espada sagrada corta impecable toda invasión. Hay palabras depredadoras. Hay palabras que necesitan tiempo para destejer lo que en su día fue nombrado y nos ha hecho daño. Hay palabras que necesitan permiso para salir de lugares ocultos. Palabras torpes. Palabras frágiles.

La palabra es un templo de sabiduría. Es desde nuestro vacío impecable – quietud del silencio profundo que nos habita – que nuestro hilo de palabras tejerá su camino al mundo. Es a través de nuestra garganta que nace. La palabra habita el cuerpo. ¿qué palabras me habitan? ¿qué palabras engendro? ¿con qué palabras fecundo al mundo?

¿y mi Verdad cómo se lleva con mi palabra? ¿cuántas mentiras alimento? Hay palabras que encubren y engañan, disfrazan y seducen. Con la palabra encantamos y nos encantan. La palabra es de magos y magas. La palabra hechiza y rompe hechizos.

Palabras que brotan del corazón. ¿soy sincera? ¿es mi honestidad recibida, honrada respetada? Mejor me callo. A veces callar es tan contundente como dar la palabra. A veces callar es un refugio seguro. La palabra necesita de mi coraje para traspasar mis silencios cobardes. Palabras compasivas. Palabras dulces. Palabras que calman, Palabras que corrigen. Cambiar una palabra por otra y sentir su magia actuar.

¿quién nos enseñó a hablar? ¿qué palabras acunaron mi llegada al mundo? ¿quién me nombró? ¿qué raíces se entretejieron alrededor de esas primeras palabras que me nombraron? Mamá, papá. ¿cómo me habló mamá? ¿cómo le hablo a mamá? ¿qué universo se edificó desde bien adentro palabra a palabra. Desde mi primera palabra hasta hoy, ¿qué árbol ha crecido? ¿qué palabras entrego al mundo? ¿quién se alimenta de mis frutos? ¿qué palabras consumo?

La casa de mis palabras es mi historia. Cuántas habitaciones sin explorar. Cuántos espacios ocupados por palabras ajenas. ¿y mis palabras, dónde están? ¿de quiénes son estas palabras que me habitan? ¿cómo me nombro a mi misma?

A veces nos quedamos sin palabras para nombrar la inmensidad de lo que nos habita.

No tengo palabras para nombrar lo que siento.




Es tiempo de que las palabras crezcan. Es tiempo de que ocupen su lugar. Quien tenga algo que decir, que lo diga. A veces da miedo escuchar al otro. ¿es realmente el otro a quien escucho, o es papá, mamá?

Y ese maestro o esa maestra que me nombró, ¿qué cárcel creó que hoy me paraliza? ¿qué palabras me han liberado? ¿quién las ha dicho? ¿qué palabras libres ofrezco al mundo?

 * * *

No tenemos que estar de acuerdo en lo que pensamos pero si en desear crear juntos la manera en que nos queremos encontrar para abrir espacios de comunicación. Mi experiencia – o propuesta- es que es estos momentos la comunicación es un espacio experimental. Experimental como lo es ir a una tierra desconocida. Experimental como lo es tratar algo nuevo, con cautela y cuidado. Experimental como un acto creativo, compartido.

Hay una comunicación práctica, la que abarca nuestro día a día, la que nombra hechos y la que construye y colabora. Hay otra que, profunda, bracea la vulnerabilidad de los terrenos heridos. Hay la que encubre y se disfraza, y juega el juego con sus máscaras. Hay la que preserva y defiende las creencias y los dogmas.

Si compartimos creencias braseamos una comunicación aparentemente armónica : estamos de acuerdo. Si no compartimos creencias entonces lo que llamamos comunicación revela un abismo. Ante este abismo tejer palabras que busquen un terreno común es una propuesta radical para reparar la fragmentación en la comunicación que estamos viviendo. Es necesario reparar las fisuras de las relaciones palabra a palabra. Esta es una forma de activismo.

La hiperactividad social a través de las comunicaciones digitales y el exceso de intercambio superfluo está minando la capacidad de encontrarnos en un tejido más profundo, íntimo y cálido. Las comunicaciones están atravesadas por la tecnología de conectividad y, sin embargo, estamos en una crisis de conexión profunda, en una crisis de diálogos enriquecidos por el calor y la presencia.

Es un tiempo de responder con soluciones creativas a la crisis de comunicación que atravesamos. Ante la tonelada de mentiras y engaños que consumimos diariamente, el cultivar nuestro templo de palabras, y el no perder el contacto íntimo con nosotros mismos y con los demás, es un arte y una práctica. El contacto está en la palabra. Tejemos intimidad, confianza y proximidad en la palabra.

Sin este eslabón no podemos materializar un cambio estructural comunitario y colaborativo sólido. Nuestro sueño nos necesita en diálogo. Nuestro sueño colectivo necesita que demos un paso más profundo en honestidad, sinceridad y claridad. La cooperación, la colaboración y el comulgar en respuestas creativas a la multiplicación de crisis que nos acechan depende de este tejido verbal consciente.

:: Luna llena en Géminis :: en la espiral de Saturno :: Mercurio retrógrado en Sagitario ::

Mañana cruzamos el umbral de la Luna llena en Géminis. Esta Luna llena se da a unas horas de Mercurio haber iniciado su movimiento retrógrado en el último grado de Sagitario. El Sol ilumina a la Luna en Géminis desde Sagitario. Mercurio es el planeta regente de Géminis.

Esta Luna llena nos trae una sensación de retroceso. Nos invita a una pausa necesaria antes de emprender un nuevo movimiento. Géminis se quiere mover y Mercurio nos dice que este movimiento es hacia atrás. Estamos en la pausa de Mercurio que a partir de mañana irá recorriendo los grados que ya recorrió en las pasadas tres semanas. Géminis es un signo de movimiento y este es el movimiento que la Luna nos invita a honrar.




Esta pausa puede ser gestada desde adentro mediante un retiro o recogimiento creativo voluntario. Esta pausa también puede ser gestada desde adentro a través de un colapso del cuerpo. Un profundo agotamiento, o un dolor que nos detiene, un accidente, nos enfermamos. El cuerpo nos comunica de que hay un proceso orgánico en marcha que necesita que nos alineemos con él. A lo mejor hemos ido muy rápido o muy lejos y necesitamos ralentizar y reubicarnos. A lo mejor necesitamos parar para que las voces profundas encuentren sus palabras para salir a la superficie de nuestra conciencia y encaucen su verdad. Este es un tiempo de sentir latir una verdad interna que -por ahora sin forma- encontrará su camino y saldrá al mundo.

Esta pausa puede venir de afuera a través de situaciones que nos detienen o nos frenan. Puede que se presenten límites externos que reflejan alguna limitación interna, o una resistencia, o un bloqueo. Lo llamamos saboteo, o pereza. Lo llamamos inercia. O nos escapamos. Nos dejamos distraer. Si hay puertas que parecen cerrarse, si hay una sensación de bloqueo o límite, o si nos encontramos sin energía, es porque este es un momento de revisión e integración, no es un momento para abrir, iniciar o empujar.

Aunque venga de afuera, nos toca adentro y nos invita a recalibrar nuestra manera de movernos. ¿estamos forzando una puerta? ¿nos estamos exigiendo más de lo que podemos dar? Este momento es muy propicios para medir nuestra fuerza y para regular nuestra energía. Hay una oportunidad de aprovechar lo que parece ser una pérdida como una oportunidad para revisar qué creencias, actitudes o prácticas debilitan nuestra estabilidad interna, nuestra confianza.

Esta Luna nos invita a confiar en la sabiduría de los planetas y de entrar en la danza orgánica del universo y confiar en un orden misterioso, una inteligencia que nos habla a través del tiempo. Sus ciclos son maestros. Uno de los legados de Saturno en Sagitario es que, más allá de las creencias y las religiones, hay una ley que todo lo gobierna. Esta ley es la del tiempo y sus ciclos. El tiempo de la Tierra, en relación al Sol. El tiempo de la Luna, entre la Tierra y el Sol. El tiempo de los planetas. El Sacerdocio del Tiempo (Saturno en Sagitario ) es un camino que estabiliza nuestra energía y genera confianza interna.

Saturno está ahora transitando los últimos grados de Sagitario. El 20 de Diciembre hará su entrada en Capricornio signo por el cual transitará hasta el 17 de Diciembre del 2020. Es un cambio energético importante, sobre todo porque el impacto de Saturno se siente con fuerza en los primeros meses -hasta el primer año- de su entrada en un signo. Estas semanas son la síntesis del paso de Saturno por Sagitario. Es cuando Saturno cierra su ciclo en un signo que integramos la lecciones de este arquetipo maestro. Este es un momento de síntesis.

La ofrenda de Saturno siempre es una nueva estructura en nuestra vida. Por donde transita, algo madura. En este momento nos toca calibrar qué se ha fortalecido en estos pasados tres años y específicamente ¿qué se abrió entre diciembre del 2014 y diciembre del 2015 que ahora podemos digerir, integrar? ¿qué nuevas responsabilidades hemos adquirido? ¿qué limitaciones hemos superado? ¿qué autoridad interna hemos desmontado? ¿qué poder hemos recuperado?

¿de qué dogmas o creencias nos hemos liberado? ¿qué confianza ha crecido? ¿qué fe se ha fortalecido? ¿la fe en la vida? ¿la fe en un proceso? ¿la fe en dios, la diosa? ¿la fe en el amor?

Mercurio recupera su marcha directa el 23 de este mes. Mercurio es un mensajero por lo cual este intérvalo de tiempo que llamamos pausa es una invitación a la escucha. Esta Luna llena nos invita a decir sí a esta pausa para la escucha. Una pausa que puede tomar diversidad de formas. Una pausa de necesitar tener la razón. Una pausa del control. Una pausa del exceso de estímulos digitales y de información. Una pausa de opinar. Una pausa de entregar nuestro poder a autoridades que sustituyen nuestra responsabilidad de asumir nuestra soberanía. Una pausa de nuestras respuestas automáticas ensayadas. Una pausa de nuestras máscaras.

Si nos abrimos a la pausa y a la escucha, los mensajes de Mercurio revelarán piezas vitales que regeneran y nutren nuestra visión. Desde esta escucha Mercurio nos dará pistas claves para orientarnos de cara a los próximos meses y años. Esta orientación nos habla de una toma de responsabilidad, nos invita a una revisión de nuestras motivaciones y nos desafía a interrogar qué creencias o visiones dogmáticas interrumpen la fluidez de nuestra expresión auténtica.

Saturno entrará en su propia casa en Capricornio, por lo cual la fuerza de este arquetipo estará funcionando desde su propio elemento. Esta es una de las energías del 2018 que empezaremos a integrar a finales de mes y que abren un nuevo cuerpo de crecimiento y maduración personal y colectivo. Sin embargo, antes de abrir esta puerta a las nuevas lecciones de Saturno en Capricornio, estamos integrando la fase final del tránsito de este planeta en Sagitario. De ahí que esta Luna llena y los días previos hayan traído múltiples oportunidades de sentir y revisar dónde y cómo estamos ubicados, o desubicados, en nuestra vida.

¿nos movemos? ¿nos abrimos? ¿nos quedamos o nos vamos? ¿es un buen tiempo para emprender? ¿mejor esperamos? ¿qué sueño seguimos?



Esta Luna llena revela multiplicidades y multiplicaciones de opciones y caminos. También nos habla de un exceso de información que no está plenamente digerida. De ahí que el llamado a la pausa sea necesario. Esta aparente falta de claridad hace parte de un proceso que merece ser honrado.

Los tránsitos de Saturno son largos y profundos, trabajan las capas estructurales de la psiquis y a la vez manifiestan cambios necesarios en la materia. Es un proceso lento. Sin Saturno no hay procesos duraderos, no hay materialización. Cuando este planeta entre en Capricornio muchos sentiremos la necesidad de materializar algo duradero y sostenible para el futuro. Es una necesidad vital. Hay una necesidad de crear seguridad y estabilidad en un mar de estímulos y cambios que desafían las raíces de nuestra pertenencia.

El peligro es el de movernos desde el miedo, o el de tomar decisiones que estén orientadas a sustentar nuestra zona de confort, nuestra burbuja personal. Las inestabilidades que emergen son precisamente los síntomas de un sistema que no nos sustenta. De ahí que nuestro paisaje interno esté turbulento ya que estamos recalibrando nuestro sueño en búsqueda de un sentido de pertenencia sustentable y realizable.

Si nos resistimos a aceptar esta sensación de retroceso, no estamos realmente abiertos a las fuerzas del cambio. El pasado nos trae claridad. Nos trae una verdad. El cambio es una danza en espiral. No es una línea recta. El cambio habla en modulaciones y gamas que sutilmente se diferencian, se complementan. No habla en blanco y negro. El cambio se abre y se contrae. Como el tiempo, el cambio es una energía viva y orgánica. No es rígido ni controlable. Si nos encontramos hoy de vuelta a escenas, sensaciones del pasado que ya creíamos resueltas, estamos en la espiral.

Muchos hemos experimentado la fuerza de nuestro devenir, como si los velos que opacaban nuestra visión creativa fueron rasgados por la fuerza de nuestra vitalidad y creatividad. Esta energía evolutiva ha estado y está disponible para muchos. Para otros no es tan sencillo y los vientos del cambio tal vez revelan que no tenemos una visión clara para nuestro camino, o que nuestras motivaciones no están actualizadas. Estas próximas semanas nos hablan de un proceso de revisión en el que el pasado contiene una pieza del rompecabezas de nuestra visión para nuestro devenir.

Este también puede ser un tiempo doloroso, como si un cuerpo dormido se despertara para recordarnos algo. Mercurio en retrógrado en Sagitario quiere que recordemos lo aprendido, quiere que honremos las lecciones de Saturno. Este puede ser un tiempo en que necesitemos cruzar un mar de dudas antes de alcanzar la claridad.




En estas semanas Saturno ha estado en conjunción con el Centro Galáctico. El Centro Galáctico es el lugar donde nace nuestra Galaxia, es nuestro origen estelar. Saturno alineado con el Centro Galáctico abre la puerta a una serie de revelaciones que han despertado una parte dormida de nuestro inconsciente. Una memoria del potencial de nuestra realización se ha activado. En la medida que nos movemos condicionados por nuestras creencias, nuestras prácticas y por la propia densidad de nuestra materia, esta fuerza estelar, al entrar en el campo limitado de nuestra conciencia, colapsa. De ahí que este es un tiempo en que parece que hay fuerzas que chocan dentro nuestro. Por un lado una certeza, confianza, fe en el valor de nuestra visión, en la fuerza de nuestro sueño, y por otra, las voces de nuestras limitaciones humanas que contienen y frenan esta energía.

El llamado es a la paciencia y la integración. La cantidad de información para digerir e integrar es enorme y el desfase temporal entre lo ideal y lo real nos enfrenta a una sensación de abismo. Es un abismo creativo. Es el abismo de los potenciales no realizados. Es el abismo del nuevo territorio. Estamos todas y todos en este pasaje en el que nos damos cuenta de la enormidad de nuestra realidad colectiva y planetaria, nos damos cuenta de cuántos frentes de transformación y cambio se abren y, a la vez, sentimos y experimentamos nuestra pequeñez e impotencia de cómo actuar ante lo que parece inabarcable.

Es importante recordar que Júpiter -el regente de Sagitario- está en Escorpio, por lo cual detrás de esta pausa y retroceso hay un llamado a soltar, a morir. Lo que soltamos orgánicamente nos habla un proceso de maduración. Ahí donde nos resistimos a soltar, ahí podemos reconocer una parte inmadura expresándose. Por inmadurez hablamos  de una parte de nosotros congelada en el tiempo, que no está presente hoy, que responde desde el pasado. Dejar morir y aceptar soltar es parte de un proceso creativo vital.

Colaborar con el dejar ir es una muestra de madurez. Si nos resistimos, si peleamos, si nos aferramos, si nos sentimos víctimas, tal vez algún contrato del alma simplemente ha expirado y no lo hemos valorado o reconocido como tal.

Esta Luna llena es propicia para escribir una carta de despedida. Para poner palabras a este sentimiento que emerge. Honramos lo que se va porque está lleno de vida. La vida de lo que fue. Es una celebración. Esta celebración puede tomar voz de duelo y pedirnos silencio, lágrimas y recogimiento. No por ello deja de ser una celebración.



Caminar cíclicamente la vida es reconocer estos momentos y alinearnos con ellos para armonizar nuestras creaciones con los tiempos naturales. Cuando no hay consciencia en el dolor , lo que hay es queja, angustia, sufrimiento, victimismo, comparación, culpa, vergüenza. Todas estas expresiones sabotean nuestra voluntad de madurar. Nuestra voluntad de expresar y materializar nuestro propósito.

Es nuestra relación aprendida con la muerte -y el cambio- lo que interfiere con la belleza de este pasaje tan sagrado para la vida. Es profundo y nos da miedo, de ahí que el renacimiento de la luz del Sol en Sagitario viene con la fuerza del fuego, la chispa que se enciende y nos levanta, nos empuja, nos inspira. Y después seguirán las palabras, una a una, tejiendo nuestra visión, materializando nuestro sueño.


Fuente: Luna de Abril 




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