viernes, 27 de abril de 2018



A veces los últimatums de la vida nos noquean, quisiéramos dejar de pagar la renta y simplemente irnos, irnos lejos, a un lugar en donde el dolor no llegue, la angustia no exista, las emociones no calen. Duele habitarnos, porque a veces, habitarnos es dormir con el enemigo. A veces, no podemos confiar en nosotros mismos, y cuando eso sucede, cómo podemos confiar en el mundo, en los demás? Se hace difícil transitar los laberintos de la vida cuando mi peor enemigo soy yo, cuando en vez de un aliado, encuentro a un juez, cuando en vez de un amigo encuentro un castrador, cuando en vez de un ser amado, encuentro a un rígido dictador que no me deja ser. 
Volver al hogar, es volver a encontrarnos, a mirarnos y a sonreírnos. Sonreir por todos los dolores transitados, sonreir por los altibajos de la vida, sonreir por estar vivos, sonreir por haber amado, sonreir por estar, sonreir por existir. Sonreir y agradecer, y darme la mano y una gran bienvenida, esperarme a mí mismo con un café, con una torta en el horno, esperarme a un renacer. 


Julieta Suarez Valente

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