viernes, 2 de noviembre de 2018

Noviembre es el anteúltimo mes del año, sí, casi termina el año. Y puede haber cansancio, pero qué tipo de cansancio? La fatiga mental, esa que no proviene de haber hecho ejercicio físico, sobreviene cuando no paramos de preocuparnos, desgastando las células cerebrales sin causar renovación o tampoco acción. O sea, es un desgaste que no genera más que agotamiento sin haber traído soluciones o avances. Hacer suposiciones desgasta, las quejas desgastan, las críticas desgastan, el hablar mucho y decir poco desgasta, el hacer miles de hipótesis mientras nos quedamos inmóviles y sin accionar desgasta. Otro tipo de fatiga es la emocional, cuando seguimos en relaciones o vínculos de pareja, amistades o familiares tóxicos, donde prima la ansiedad, la manipulación, la culpa, los tironeos y la violencia verbal, psicológica o hasta física. Toda esta densidad genera altas fugas energéticas, porque sostener vínculos tóxicos no es un acto de amor, sino un acto de miedo, miedo a quedarme solo, miedo a mi propia soledad, el origen de todas las co-dependencias. La fatiga física sobreviene cuando estamos sobrecargados, no delegamos ni pedimos nada, tomamos el peso del mundo sobre nuestros hombros y recargamos el cuerpo, los huesos, los músculos con piedras de obligaciones. En enojo nos quema, el control nos tensiona, el retener nos cansa, el miedo nos tira para abajo. 
En todos los casos lo que se manifiesta es un desequilibrio, cuya raíz es la baja autoestima. No merezco estar bien, ni tener tiempo para mí, y si no me preocupo por otros, soy mala persona. Si pienso en mí soy egoísta, entonces mejor pensar en el otro y hacer todo para los demás, así me quieren. Así soy bueno. 
Hasta que no equilibremos y desechemos ciertas creencias, seguiremos cansados. Y sin energía, nada es posible. Cuidemos la Energía!!!!!
Julieta-


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