jueves, 27 de diciembre de 2018

LA ALEGRÍA
Por Bert Hellinger*

La alegría relaja, alivia. Cuando estamos alegres se nos ha quitado un peso de encima, como cuando soltamos una risa liberadora.
La alegría nos abre para lo nuevo, por ejemplo para nuevos encuentros, porque atrae a los demás. Los estados de alegría unen, ayudan a olvidar discordias pasadas y estimulan para la acción conjunta. Por tanto, la alegría está cargada de futuro. Lo que se une bajo el signo de la alegría aguante y resiste más fácilmente las dificultades venideras.
Se puede practicar la alegría y recuperarla por medio del recuerdo alegre. Porque al recordar somos libres de acordarnos de lo bello o de lo grave; por ejemplo, de la muerte de un ser querido. Compensamos la pérdida al introducir algo suyo dentro de nosotros. A menudo es un recuerdo doloroso, que nos mantiene íntimamente unidos a esa persona. Entonces el duelo no cesará nunca. Pero si nos acordamos de lo bello, bueno y alegre, lo agobiante se cae de nosotros. A pesar del duelo volveremos a alegrarnos. El muerto querido puede encontrar el descanso, desligado de nosotros y nuestros recuerdos. Y la vida nos ha recuperado.
La alegría es vida. Por tanto: "Alegraos de la vida mientras la lamparilla siga ardiendo".

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