:: luna llena en Sagitario :: nuevas verdades ::
Entre hoy y mañana cruzamos el umbral de la luna llena en Sagitario. El Sol en Géminis refleja su luz sobre la luna en Sagitario. Marte y Mercurio en Cáncer hacen una oposición con Plutón y Saturno en Capricornio. Esta oposición se da sobre el eje nodal (nodo sur de la luna en Capricornio y nodo norte de la luna en Cáncer). El sol y la luna hacen una cuadratura con Neptuno en Piscis. El sol hace además una conjunción con el Centro Galáctico.
Bajo esta luna sentimos el impacto y la saturación del exceso de información en nuestro sistema nervioso. La información es energía. Capta nuestro tiempo y atención, nos mueve, nos conmueve o nos paraliza. Nuestro sistema nervioso siente el impacto de la sobrecarga de narrativas que diariamente entran en nuestro campo. Estas narrativas detonan y activan nuestras memorias y respuestas de sobrevivencia, de pertenencia y seguridad. Estamos sobre- estimulados, estamos bajo estrés, estamos saturados y muchos estamos viviendo y encuerpando síntomas de estrés post traumático. Estamos además bajo la presión del éxito y del bienestar. Desde este lugar la exigencia de sentirnos de otra manera de la que nos sentimos de verdad añade tensión y conflicto a nuestro sistema.
Nos sentimos tomados – incluso posesos- por narrativas contradictorias. El pasado ha vuelto a tocar nuestra puerta y ocupa nuestro presente. Nos creíamos en otro territorio. Esta puerta ya la había cerrado, pensamos, en protesta. Y ahora, no solo se ha abierto nuevamente, sino que trae un nuevo cuerpo de deudas no redimidas, de memorias emocionales endurecidas y perdidas en la espiral del olvido. Estamos agotados. Esta deuda no es mía, decimos. Este pasado no me representa, sentimos.
Nuestro cuerpo nos habla a través del dolor, de sus contracturas, sus irritaciones, inflamaciones y bloqueos. Somatizamos el cambio. Somatizamos la contradicción. Somatizamos el miedo a cortar nuestra lealtad a pactos antiguos que nos aprisionan. Somatizamos nuestra resistencia al cambio.
Nuestros huesos están tocados, nuestros músculos, nuestros dientes, nuestro sistema digestivo. El cuerpo está bajo acecho. ¿Qué peso cargo? ¿Es este un contrato eterno? ¿Porqué me siento atado, atada? ¿No hay otras opciones?
Nuestro cuerpo colapsa ante el peso de un pasado que no acabamos de digerir, que no acabamos de integrar, de colocar en su lugar. Es como si el peso de las deudas y decisiones tomadas desde la inconsciencia e ignorancia de nuestros predecesores nos pasara factura hoy. ¿Esto es lo que hemos heredado? ¿Qué dejamos en herencia para las futuras generaciones? ¿Cuál es nuestra responsabilidad en este tiempo de cambio? ¿Nos colocamos como víctimas del pasado? ¿Huimos de nuestra responsabilidad? ¿Es reparable este daño?
¿Claudicamos al proyecto colectivo y nos centramos en nuestra sobrevivencia, la de nuestro clan?
¿A qué estamos dispuestos a renunciar en lo personal para poder contribuir y participar de iniciativas colectivas de cambio?
Hay una verdad que brota, que buscar hacerse ver y escuchar. La negamos. Es incómoda. Desafía nuestra seguridad. Desafía nuestra autoridad. Desafía nuestra comodidad. Volvemos a nuestra burbuja y nos adormecemos con trances. Todo tipo de trances: el de las redes sociales, el de las películas y las series; el consumo de ceremonias con plantas de poder, los entretenimientos energéticos y espirituales, los viajes por el mundo, los viajes con psicodélicos. ¿Reconocemos nuestras adicciones, ilusiones, autoengaños? ¿Qué vía de escape usamos para no mirar la realidad de frente? ¿Cómo huimos del presente?
Estamos codificados por las verdades del estado, la familia, la religión. Las corporaciones están detrás de la cortina de los tratos que definen el futuro de la humanidad. Los valores de éxito, conquista, progreso, triunfo, victoria revelan su sombra codificada en nuestros huesos. Queremos avanzar hacia un nuevo territorio. Nos duele dar el paso. Una fuerza nos paraliza. Vemos los abusos. Vemos el costo que tiene seguir ciegamente a otros. Vemos el costo de nuestro silencio. Vemos el costo de nuestros patrones de consumo. Reconocemos que somos parte de un sistema -de una sociedad- cada vez más cruel, dura, fría y violenta. No lo toleramos más, y tampoco sabemos qué hacer con lo que nos pasa. Por momentos la tensión es insostenible. Esto se va a romper, pensamos. Esto no aguanta más.
Los grupos y sectas a los cuales pertenecemos nos hacen sentir en casa. Pertenecemos. Aquí sí somos reconocidos, valorados. Este lugar es casa, nos decimos, sosteniendo los velos de la ilusión.
Esta luna llena en Sagitario arroja su luz en nuestro inconsciente y revela verdades ocultas, reprimidas o ignoradas. Hace tiempo que la sentimos, a la verdad. La sentimos vibrar detrás de la cortina de nuestra complacencia, de nuestro silencio, de nuestra pereza. Sabemos que algo no anda bien. Preferimos que las cosas se queden como están, y a la vez sabemos que nos tenemos que mover, que no podemos resistir más el cambio. No podemos resistir más a la verdad que emerge. ¿Estamos dispuestos a callar nuestra verdad con tal de pertenecer ?
La temporada de eclipses en el eje de Cáncer-Capricornio nos pide una emancipación de la obediencia ciega a los modelos sistémicos nos sanados del padre y la madre. Modelos paternos y maternos castrantes, autoritarios, dominantes que permean en las instituciones, gobiernos, en nuestras relaciones interpersonales, en nuestros círculos y sobre los cuales descansa nuestro sistema de intercambio de energía y poder.
Gracias padre. Gracias madre. Decimos. Y lo decimos porque nos toca crecer. Nos toca redefinir las verdades que dan rumbo a nuestra vida. Es tiempo de tomar las riendas de nuestra verdad y de cómo queremos contribuir y participar en el mundo ahora, mañana.
Es un tiempo de elección. ¿A qué verdad sirvo? ¿A qué valores obedezco? ¿Qué dice mi corazón? ¿Lo escucho?
El nodo norte en Cáncer nos invita a crecer, a evolucionar hacia los valores del cuido, del cuidado. La mirada y acción cuidadora como una forma de activismo pide que encarnemos un modelo de padre madre evolucionado.
¿Este padre madre -guardián de la vida y la verdad- escucha a todos los miembros de la familia o convoca al silencio cuando lo desafían?
¿Escucha la extinción de la flora y la fauna? ¿Escucha a los océanos, a los volcanes, al hielo que se derrite? ¿Escucha el silencio de los grillos, la desaparición de las abejas? ¿Escucha la violencia que consumimos en los alimentos? ¿Escucha la voz de los niños y niñas presos en las fronteras, ahogados en el Mediterráneo, vendidos como esclavos sexuales? ¿Escucha la deshumanización creciente de la que estamos siendo testigos?
Tal vez esta luna llena en Sagitario -como portal que abre la puerta a la aceleración evolutiva de los eclipses en el eje de Cáncer (2 de julio) y Capricornio (16 de julio)- nos habla de que hay prácticas y mentiras que no son sustentables, fantasías que nos oprimen al secuestrar nuestra capacidad de discernimiento.
La luz de esta luna llena en Sagitario nos invita a abrazar la voluntad de ver más allá de lo que nos conviene. Nos invita a nombrar más allá de lo cómodo. Nos invita a romper el hechizo del silencio cómplice. Nos invita a pinchar la burbuja del confort en la que nos hemos instalado para -desde este paso- regalar, ofrendar algo de nuestro amor, algo de nuestro tiempo, algo de nuestra energía en cuidar nuestra humanidad. Para esto hemos de mirar y aceptar -tomar conciencia- de que nos estamos deshumanizando de manera acelerada.
Nos deshumanizamos a medida que la inteligencia artificial crece. Nos deshumanizamos a la vez que nos robotizamos. Nos deshumanizamos cuando ya no sentimos. Nuestro cerebro está ocupado. El nivel de manipulación cognitiva, radiación electromagnética, estímulos neurológicos y emocionales a los que estamos expuestos es cada vez más alto. De ahí que la tarea de ser humanos, de cuidar nuestra humanidad- de nos deshumanizarnos más de lo que estamos- está en nuestra capacidad de sentir.
Nos deshumanizamos cuando nos somos capaces de sentir la vida extinguiéndose frente a nuestros ojos, en nuestro interior.
Preservar la vida, la memoria. Preservar el hilo de la historia, nuestra realidad humana, nuestro vínculo con la tierra, nuestra conexión con nuestro espíritu, nuestra integridad energética. Preservar el buen alimento. Preservar la relación con la tierra, las plantas, los árboles. Preservar nuestras relaciones de corazón a corazón, en sinceridad. Preservar el respeto. Preservar la verdad. Preservar a nuestros niños y niñas del futuro que estamos creando.
Esta luna llena en Sagitario se da en conjunción con el Centro Galáctico . Este es el origen de nuestra galaxia, aquí los científicos sitúan en Big Bang . Aquí los Mayas situaron la ruta de Xibalba Be.
“Para los antiguos mayas, dicha zona de la Vía Láctea representó a la Gran Madre Cósmica, de donde nació toda Vida. Para los aborígenes mesoamericanos, Xibalbá Be equivalía a la franja oscura que tiene forma de labios vulvares… y es donde está el centro de nuestra “Vía Láctea”. Es la metáfora del origen de la creación de Mayas: Xibalba, vulva sagrada… entrada al útero de la creación.”
Bajo esta luna llena en Sagitario tenemos la oportunidad de conectar con la memoria ancestral de nuestra pertenencia. Pertenencia a esta tierra. Pertenencia a la galaxia en la que vivimos. Pertenencia a una verdad que se extingue y que está en nuestras manos, en nuestro día a día -en cada paso, en cada relación- cuidar y amar.
Qué el fuego cósmico de esta luna llena en sagitario -en conexión con la memoria de nuestro origen- nos ilumine e inspire a situarnos, a reconocer y honrar el lugar y la voz que queremos encarnar, encuerpar, en este tiempo, en esta tierra, en esta humanidad.
Paloma Todd - Luna de Abril
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