viernes, 12 de julio de 2024

“En Toay está la casa donde nací, en un lugar que entonces eran médanos, oscuridades y misterior y que ahora es un paisaje prolijo y recortado. Esa casa espaciosa y sombreada es la única sobreviviente  familiar que me queda. Allí estaba cuando nací, con todos los que se han ido, y tal vez todavía esté allí cuando me vaya. Siempre la sentí como una protección, como un refugio: me amparaba en mis miedos y angustias, me defendía de todos los peligros, de tal modo que si pensaba alguna vez en viajes fantásticos, viajaba en la casa como un navío.

(…) En esa casa empecé a escribir cuando sólo sabía hablar, jugando con las palabras, relacionándolas por sus sonidos y sus posibles significados, sin duda a través de impotencias, exaltaciones y asombros. Nombrar el mundo a mi manera equivalía a poseerlo o a descubrir en mi propia expresión un “tú” permeable, comunicativo, que me ayudaba a abordar lo extraño, lo ajeno, lo otro.

(…)Mi tiempo pasado es un tiempo muy lábil, sin sosiego, en el que las imágenes de lo interno y lo externo se organizan en una interacción permanente creando una movilidad que suplanta el tiempo detenido, que lo trasmuta en cambios y en metamorfosis, como a aquellos médanos y a aquellos cardos rusos que aparecían y desaparecían alrededor de aquella casa, en aquel pueblo  donde nací, en plena pampa”.

                                   

 Palabras dichas por Olga Orozco en el homenaje de la “Casa de La Pampa” Documento de archivo personal de Olga Orozco, en custodia en CMOO.

 📷Cedida por Daniel Azcarate. Tomada durante la presentación del libro “También la luz es un abismo” en Toay.


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