martes, 9 de julio de 2013

Des-calificar cuando el otro no es nadie



No es raro que los humanos apelemos a descalificar a otra persona, a un grupo, a una situación: el Ego tiene esa maña! Qué es “descalificar”. Se define como “quitar autoridad, poder, facultad o crédito a una persona o una cosa”. De modo que, sí, a veces, con justicia, necesitamos hacerlo, desde la sensatez y maduramente. Pero... la descalificación peligrosa es cuando, injustamente, estamos diciéndole al otro que ES NADIE. (En los vínculos más cercanos suele hacer estragos!) Y una muy riesgosa es cuando se hace en broma: un chiste, una palabra en medio de la risa. (Por algo se le dice “gastar” al otro, “cargar” al otro...) Tengo escrito en mi cerebro: “SI LASTIMA, NO ES GRACIOSO”. Sin embargo, resulta una costumbre social muy aceptada... y hasta celebrada!

Pero podemos elegir. Y si podemos elegir, podemos

1) No descalificar injustamente (y si lo hicimos, pedir disculpas).

2) No reírse a costa de descalificar a nadie.

3) No permitir que otros nos descalifiquen, ejerciendo nuestro derecho a poner límites.

4) No permitir que alguien se burle de nadie, aunque más no sea NO PARTICIPANDO CON NUESTRA RISA.

5) PONDERAR, expresar ADMIRACIÓN por todo lo que sea admirable, VALORACIÓN por todo lo que sea valorable, pues haciéndolo generamos una corriente de comunicación no-defensiva, fluida, vital, gentil.

En la punta de la lengua tenemos una válvula, que los biólogos desconocen y que, sin embargo, podemos aprender a entrenar (aunque a veces no nos salga!). Se llama CONCIENCIA DE LO QUE DECIMOS. La palabra construye, la palabra erosiona, la palabra demuele. Elijamos qué construir, qué erosionar, qué demoler. De eso también está hecha buena parte de nuestra vida.




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