lunes, 15 de diciembre de 2014

Esta pareja así, feliz en su simpleza, podrían ser mis padres. Podrían, pero no lo son. A ellos, los de la foto, se los ve tan relajados... Disfrutan del verano y el verano disfruta de ellos. Casi se puede sentir al Sol, sonriendo, amable con sus rayos acariciando su piel joven. Casi podemos imaginar a las arañas y mosquitos andando en puntillas sobre esos cuerpos, evitando su tentación picadora. El, que no es mi padre, sonríe mirando a cámara. Ella, que no es mi madre, con la cara levemente ladeada, también sonríe suave en brazos de él. A través del tiempo, la foto es portadora de un poder. En blanco y negro nos llega esta historia llena de color. Yo, que no soy su hijo, escribo estas palabras. Palabras que hablan de ellos, los amantes suspendidos en el tiempo. Palabras que también hablan de los otros, mi padres a quienes nunca vi en un abrazo, en un beso. Tal vez por ellos, estos otros ahora son mi relato.



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