martes, 26 de mayo de 2015

REQUIEM

Soy una mujer perdida, caminando por la ciudad, de madrugada, engañosa, cruel y vulnerable. Sólo quiero que me quieran y que no me obliguen a querer, pues en cada sentimiento entregado la juventud se me hace vieja y el corazón me late por costumbre. El ha cometido la imprudencia de exigirme amor; no sólo no se ha contentado con decirlo sino que me ha suplicado ternura, caricias y cuidado. Por eso lo he apartado de mí, haciéndole el amor sin gozar ante sus ojos, ignorándolo antes que comience el día, suplicándole que no vea en mí una ilusión sino una desgracia. Rogándole que se vaya de mi vida y que regrese solo para mi muerte. Una muerte que, estoy segura, me encontrará amándolo.

De Juan Marin 


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