viernes, 27 de noviembre de 2015




 Toda la naturaleza es un anhelo de servicio.
          Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
          Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú; 
          donde haya un esfuerzo que todos esquivan hazlo tú.
          Sé el que aparte la piedra del camino, 
          el odio de los corazones y la dificultad en los problemas.
          Hay una alegría en ser sano y en ser justo; 
          pero hay, sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.
          ¡Qué triste el mundo si todo en él estuviera hecho, 
          si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que realizar!
          Que no te llamen solamente los trabajos fáciles. 
          ¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!
          Pero no caigas en el error 
          de que sólo se hace mérito con los grandes trabajos; 
          hay pequeños servicios que son buenos servicios: 
          adornar una mesa, ordenar una casa, unos libros, peinar a un niño.
          Aquel critica; éste destruye; sé tú, el que sirva.
          El servir no es faena sólo de seres inferiores. 
          Dios, que da los frutos y la luz, sirve. 
          Por eso puede llamársele: el que sirve.
          Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día:
          ¿Serviste hoy? ¿A quién?
          ¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?


  Gabriela Mistral  

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