Todo guerrero de la luz ya tuvo alguna vez miedo de entrar en combate.
Todo guerrero de la luz ya traicionó y mintió en el pasado.
Todo guerrero de la luz ya recorrió un camino que no le pertenecía.
Todo guerrero de la luz ya sufrió por cosas sin importancia.
Todo guerrero de la luz ya creyó que no era un guerrero de la luz.
Todo guerrero de la luz ya falló en sus obligaciones espirituales.
Todo guerrero de la luz ya dijo sí cuando quería decir no.
Todo guerrero de la luz ya hirió a alguien a quien amaba.
Por eso es un guerrero de la luz;
porque pasó por todo eso y no perdió la esperanza de ser mejor de lo que era.”
Paulo Coelho
Esta Luna llena en Escorpio nos inicia a la astrología de los próximos cuatro meses. Con esta Luna empezamos un camino que culmina a finales de Agosto. Marte, ahora retrógrado en Sagitario, volverá a entrar en Escorpio el 29 de Mayo. El 22 de Junio recupera su marcha directa en el grado 23 de Escorpio. Ingresará nuevamente en Sagitario el 2 de Agosto; y el 22 de Agosto volverá al grado 9 de Sagitario, lugar el cual comenzó su retrogradación este pasado 17 de Abril. Ese día hará una conjunción exacta con Saturno.
La narrativa de los planetas nos habla de un proceso que podremos ver cristalizarse a finales de Agosto. De aquí a allá estamos en la Escuela del Universo, convocados a sentir, observar, caminar con paciencia, humildad y atención. Las lecciones, tanto internas como externas, son múltiples y esta es una hermosa oportunidad para crecer, aprender y conocernos un poco más en el camino de la Vida.
El Sol ya ha hecho su entrada en Tauro y desde ahí refleja su luz sobre la faz del a Luna en Escorpio. Esta Lunación tiene una influencia potente de Marte, regente tanto de Aries como de Escorpio, y de Venus, regente de Tauro, ahora en Aries y en conjunción con Urano.
La Luna llena en Escorpio de mañana es particularmente potente y significativa en nuestra trayectoria evolutiva de este año, por lo cual su invitación es a estar internamente receptivos y abiertos a lo que la oscuridad de nuestro interior nos revela. Escorpio es el guardián de los secretos, el detective energético de la rueda evolutiva. Es quien bucea entre mundos, entra al inframundo, mira sus miedos de frente, está dispuesto a morir y sabe renacer.
Escorpio está bajo la doble regencia de Pluto y Marte. Ambos planetas empezaron su retrogradación esta semana invitándonos a un proceso de internalización y transformación de nuestra energía masculina. Marte, el planeta rojo simboliza el fuego que corre por nuestras venas, la sangre de vida, llamémosla pasión, voluntad, acción, ira. Es la adrenalina que nos despierta, nos levanta, nos empuja. Es una energía primaria de sobrevivencia, protección y defensa.
Según la antigua mitología Veda, Marte es un maléfico y según la Astrología Esotérica representa la fuerza involutiva de nuestra psiquis. Representa la parte no iluminada de nuestro ser: esa parte primitiva cuya motivación básica es la sobrevivencia. Nos habla de memorias del alma colectiva vinculadas a la lucha y a los aspectos defensivos de nuestra sobrevivencia. Este instinto primario está codificado en nuestro ADN, localizado en nuestro cerebro reptil. Esta fuerza involutiva nos habla de la parte no evolucionada del colectivo que todavía opera desde códigos antiguos de competitividad, violencia, lucha y conquista en nombre de la protección y el cuido.
Marte miedo. Marte defensa. Marte ataque. Marte guerra. Estas son las expresiones primarias que todavía dominan nuestro mundo y nuestra realidad. El exceso de valores defensivos y marciales adjudicados a la energía masculina son la expresión del desequilibrio personal y colectivo en el que estamos inmersos.
Esta Lunación en Escorpio abre un portal de reflexión e introspección que nos invita a mirar, reconocer y sentir cómo este instinto de sobrevivencia primaria opera en nuestra vida. De qué manera hemos aprendido a defendernos y a proteger (o no) nuestro territorio. Nos invita a entrar en las recámaras del miedo primario, en el corazón del trauma de la sobrevivencia humana, para que lo iluminemos, lo transformemos, lo ayudemos -gracias a nuestra conciencia- a evolucionar. Es vital, urgente, necesario que encontremos ese lugar en el que podamos ayudar a esta parte primitiva de nuestro ser a crecer.
El proceso de purificación del pasado Eclipse Solar en Piscis visibilizó el dolor colectivo no integrado y los traumas ocultos que gobiernan nuestro devenir. Estamos atravesando un purgatorio energético del cuerpo de dolor colectivo y personal. Ya no lo podemos esconder, ha salido a la luz, y ahora estamos dándole continuidad al proceso abierto, profundizando en la liberación que este Eclipse nos ha ofrendado. Un proceso oculto en lo más profundo de nuestras células recuerda y reconoce la profunda injusticia del desequilibrio que nos rodea y que nos habita. Este proceso de purificación y sanación que sigue desenvolviéndose nos permite estar más centrados en nuestro corazón, en nuestro gozo y creatividad, en vez de estar constantemente respondiendo a lo externo como espejo de nuestra valía.
La guerra y violencia que vemos proyectadas fuera de nosotros, las historias de migraciones, exilios y refugiados que nos devuelve el colectivo, son solo un reflejo del fuego masculino- Marte- desbordado, salido de cauce, imparable. Energía voraz que todo lo quema, que todo lo conquista, sin mesura, sin medida. Es la energía de la destrucción. Destrucción que todos podemos mirar en nuestro interior ya que todos tenemos a Marte en algún lugar de nuestro mapa natal, de nuestra historia.
Destrucción explícita o sutil: esa parte de nosotros que mata y aniquila lo que más amamos, lo que más deseamos. Energía letal que nos separa del amor, que apaga la vida. ¿cuántas veces nuestro miedo primario, nuestro instinto de sobrevivencia más básico, ha cerrado puertas que amábamos dejar abiertas? ¿cuántas veces hemos generado violencia buscando la paz? ¿cuántas veces nuestros mecanismos de defensas han quemado la tierra fértil de la unidad, el amor, la creatividad? ¿a quién hemos amputado de nuestra vida por no saber cómo bajar la guardia, cómo entregar la espada, cómo rendirnos, abrirnos? ¿cuántas veces nos hemos quedado atrapados en nuestro enfado sin saber cómo salir de él, sin encontrar el camino de vuelta a la unidad? ¿cuántas batallas hemos librado solo por ganar, solo por vencer? ¿con qué o quién nos sentimos en guerra? ¿qué conflicto no resuelto hace parte de nuestra vida? ¿qué aspectos de nuestra infancia, crianza, legado están teñidos de violencia? ¿de quién necesitamos protegernos y defendernos? ¿quién nos ha violentado?
Así, la biografía de nuestra violencia se esconde detrás de las máscaras sociales de la buena conducta y la paz superflua, y callamos nuestras verdades por miedo al conflicto, por no entrar en la línea de fuego, por evitar la batalla. Y el fuego dentro nos quema las entrañas, oculto. No enferma. Somos una humanidad violentada por siglos de exceso de energía masculina desequilibrada. Esa es la realidad escrita en nuestro cuerpo de dolor ancestral.
Este es un lugar de desasosiego y trauma, del cual preferimos huir y escapar –tapar y negar- . Nos auto engañamos detrás de nuestras buenas maneras y, detrás del telón, la sombra crece y preferimos mirar hacia afuera y preguntarnos ¿cuándo parará este infierno? ¿cómo hacer para parar esta locura? Entonces esta Luna llena en Escorpio nos invita a reconocer la violencia simbólica, sutil y oculta en nuestra vida. Nos invita a usar la energía de Marte para entrar valientemente en nuestro interior para rescatar estos espacios tomados por la guerra y liberar nuestra alma del trauma de siglos de condicionamiento y violencia.
Porque cuando somos capaces de reconocer y honrar este fuego de sangre que nos habita como la expresión de una fuerza ancestral de dolor y devastación, entonces lo podemos transformar en fuerza y poder. Iluminar a Marte es reconocer que este poder crudo, esta fuerza bruta y sin destilar, habita en nuestra entrañas. Esa parte irritada, esa parte impaciente, esa parte intolerante, esa parte que quiere venganza, retribución, esa parte que quiere lucha y que necesita vencer y ganar, es la voz de una herida profunda.
Venus, regente del Sol en Tauro, está en Aries, la casa de Marte, en conjunción con Urano. Todos tenemos un rol en esta trama. Todos, de una manera u otra, estamos llamados a participar y colaborar, desde nuestra individualidad, en apaciguar este dolor. Adentro nuestro está la fuerza para calmar el fuego destructivo y para suavizar con amor, creatividad, paciencia y dulzura las secuelas de los traumas. Al hacerlo no solo contribuimos a la sanación de la violencia transpersonal que compartimos como humanidad sino que construimos activamente una cultura cuyos valores están orientados hacia la paz, la belleza, la preservación de los recursos, la libertad y autonomía creativa de cada ser. Venus guerrera nos dice que para amar hay que saber elegir bien la batalla y que esta es interna. No recuerda que al final, la victoria suprema, es la soberana libertad de ser, amar y crear desde nuestra autenticidad.
La retrogradación de Marte en Sagitario lo hará volver sobre sus pasos y entrar nuevamente en Escorpio desde donde nos desafía a rasgar más velos y a tener el coraje de mirar ahí donde antes no pudimos – o no supimos o no quisimos- ver. La transformación de Marte está acompañada por Pluto, el brujo hechicero que libera el alma de secuestros y cárceles arcaicas y antiguas. Pluto ayuda a Marte a soltar sus armaduras defensivas para entregarse a la muerte chamánica : iniciación del Guerrero Espiritual a un nuevo nivel de conciencia. Adam Gainsburg lo llama el “Dharma de Marte” refiriéndose a la bella oportunidad que tenemos de refinar la energía de Marte y llevarla a niveles de excelencia espiritual y servicio.
Este tránsito potencia las cualidades de Marte al servicio de una misión espiritual. Aquí la energía de la defensa y preservación se pone al servicio de valores universales que cuidan lo femenino, la vida, la unión y el crecimiento pacifico para la continuidad de la vida y el florecimiento de la expresión de cada ser. Es un pasaje que requiere de nuestra atención plena en el propósito que motiva nuestra alma a participar y a dar lo mejor de sí.
El fuego de Sagitario es la llama que nuestro Guerrero de la Luz lleva consigo en su corazón al cruzar el umbral de inframundo de Escorpio y traspasar el velo que separa los mundos. Este fuego sagrado nos habla de nuestra inspiración, esa motivación que ilumina de gozo y valor nuestras sombras más oscuras, nuestros miedos más primarios, nuestras emociones más crudas. Esa fuerza que nos inspira a seguir adelante, sin rendirnos.
El proceso de individuación y libertad de Urano en Aries nos empuja a no esperar que el mundo cambie para nosotros cambiar. Nos habla de movernos más allá de la obediencia y la necesidad de aprobación. Nos invita a interrogar el costo de pertenecer a la manada con sus referentes de lo que está permitido o no. El proceso de estos meses nos invita a aprender a auto regularnos a través de la valentía de reconocer nuestra propia verdad más allá de la realidad grupal consensuada. Valentía para encontrar la motivación interna para construir una ética personal autónoma e independiente. Este es un buen momento para empezar a interrogar nuestros roles más allá de la presión a ser y actuar de determinada manera.
Lo que implica la capacidad de reconocer lo que no queremos y poder decir que no. Es importante econocer que nuestros límites no son una declaración de guerra aunque detonen respuestas de desaprobación y conflicto. Esto implica desarrollar una relación sana y renovada con nuestro enfado y con el lugar que ocupa en nuestro proceso de individuación.
Marte nos invita al coraje de sostener la soledad de ese no que nos dice : “prefiero decir que no y estar solo a tener que decir que sí a presiones externas dañinas”. Esto genera paz interna, que es lo que estamos llamados a cultivar. Aprender a decir que no nos hace más amorosos. Al saber decir que no paleamos el resentimiento de auto-traicionarnos cuando nos sentimos obligados a decir que si a todos, a complacer, a demostrar nuestro amor a través de acciones. El saber decir que no protege nuestra integridad y activa la escucha interna de nuestras necesidades. Quien no respeta nuestro límite nos declara la guerra.
El camino espiritual y la rabia parecen ser incompatibles. Tenemos internalizada la prohibición a enfadarnos. Como si el enfado revelara una vergüenza de ser. El enfado es sagrado: solo se trata de conocerlo, reconocer cómo se detona en nuestra vida, cómo se mueve en nuestro cuerpo. Re-significar la función del enfado como un detonante evolutivo, es activar el fuego que quema restricciones antiguas y que nos empuja hacia un nuevo plano de consciencia. Estos meses tendremos oportunidades de domesticar esta fuerza, refinarla y canalizarla de manera constructiva y creativa.
En esta Luna llena estamos llamados a nutrir la energía del guerrero al servicio del corazón y de la paz. Marte nos ayuda a superar los desafíos que nos separan de este lugar interno de amor propio, cuido y escucha íntima y personal.
Fuente: Paloma Todd
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