domingo, 21 de agosto de 2016

Durante nuestra vida causamos trastornos en la vida de muchas personas, porque somos imperfectos.
En las esquinas de la vida pronunciamos palabras inadecuadas, hablamos innecesariamente, molestamos.
En las relaciones más cercanas, agredimos tanto voluntaria como involuntariamente. Pero agredimos.
No respetamos los tiempos del otro, la historia del otro. Parece que el mundo gira en torno a nuestros deseos y el otro es sólo un detalle. Y así que vamos a causar trastornos.
Estos muchos trastornos muestran que no estamos listos, pero en construcción.
Ladrillo a ladrillo, el templo de nuestra historia toma forma.
El otro también está en construcción y también causa trastornos.
Y, a veces, un ladrillo cae y nos duele. Otras veces, es cal o cemento ensuciando nuestro rostro. Y cuando no es uno, es otro. Y todo el tiempo tenemos que limpiarnos y cuidarnos nuestras heridas, así como otras personas que viven con nosotros también lo tiene que hacer.
Los errores de los demás, mis errores. Mis errores, los errores de los demás.
Esta es una conclusión fundamental: todas las personas cometen errores. A partir de esta conclusión a la que llegamos a una necesidad humana y cristiana: el perdón.
Perdonar es cuidar de las heridas y suciedades. Entendemos que los trastornos son a menudo involuntarios.
Los errores de los demás son similares a mis errores y que, como caminantes de un viaje, tenemos que mirar hacia adelante. Si nos preocupamos por el ladrillo caído o el polvo, ya no se contempla el horizonte. 
Y será un desperdicio.
La invitación a hacer es que se experimenta la belleza del perdón.
Si me he equivocado, si te he hecho daño, si juzgué mal, perdón para todos estos trastornos ...
Estoy en construcción.

El texto se atribuye a Gabriel Chalita, profesor, escritor y presentador de TV Canção Nova.



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