viernes, 21 de julio de 2017

Una de las defensas más comunes que usamos y que dañan nuestras relaciones es la defensa anal. La defensa anal consiste en retener algo para manipular, por controlar, algo que el otro desea y no se lo damos. Por ejemplo, retener un "te quiero", retener una llamada o un mensaje porque el otro tardó en contestar, retener afecto, retener un "sí" que deseamos dar pero no damos el brazo a torcer, y tanto más, y todo esto relacionado con la sensación de haber sido heridos, y de, de alguna manera, hacer sentir al otro de la misma manera en que nos hemos sentido, reteniendo algo que el otro necesita para sentir alivio de nuestras propias heridas narcisistas. 
Esta defensa comienza a forjarse cuando somos niños y comenzamos a controlar esfínteres y damos a entender a nuestros padres que ellos no nos controlan más, y en la adultez toma otros matices más tóxicos y destructores de vínculos.
La defensa anal se extiende a retener objetos en la casa "por si acaso", retener personas "mientras aparece alguien mejor" y no soltarlas, retener trabajos "mientras aparece otra cosa", retener palabras sin decir, -que dañan el sistema respiratorio, retener emprendimientos por miedo, y podría seguir la lista. La defensa anal genera una especie de atascamiento energético promoviendo estancamiento, miedo, dolor, y mucho daño en todos los involucrados.

Julieta Suarez Valente



No hay comentarios: