lunes, 19 de noviembre de 2018




La sanación está muy romantizada. Pareciera que deberían salir halos de luz y chispas y gotas de amor mientras nos elevamos a otras frecuencias. Lamentablemente esto no es así. Sanar es agotador, aplastante, no tiene nada de glamoroso. No se escuchan cánticos ni mantras de fondo, ni hay luces de colores. Sanar es abrir las puertas de lo que tenemos tapado, que no queremos ver, y ver como todas las resistencias juntas se aglomeran ante la situación incómoda de cambiar. Presenciamos como se manifiestan temáticas de negación, el "está todo bien", boicots, y muchos sabotajes. La sanación es ardua, profunda, caótica y fluctuante, no tiene un camino recto ni hay recompensas inmediatas. Animarse es un gran acto de valentía, es un acto privado, íntimo y muy hondo. No lo llamemos de otro modo , sanar es sanar, es ver la herida para ver los recursos a usar para atravesarla. Estemos presentes en el proceso, para nosotros mismos, armando red, dejándonos sostener y comprendiendo lo misterioso que puede ser, sin controlar ni esperar nada más de lo que sucederá. Todo es perfecto.

Julieta Suárez Valente

No hay comentarios: