domingo, 26 de abril de 2020

Como los cuatro ríos del Edén, que surgen de una fuente común, el ser humano cuenta con cuatro energías que manan desde su centro vital:

pensamientos,
emociones,
deseos
necesidades

Quien desprecia y reprime las tres últimas, y por la ilusión de mostrarse «puro» habita sólo en lo mental, se convierte en una planta sin raíces. Podemos interpretar esto  como una equivocada búsqueda de santidad en pos del Dios exterior. Por desconocimiento o desprecio a nosotros mismos, todo lo que concebimos como sublime lo buscamos fuera de nosotros, en lo alto, como si allí, en el lejano firmamento, residiera, en un trono de oro y joyas, un barbudo Padre eterno.
 Nos sentimos amenazados por innumerables fantasmas: ¡El sistema económico va a reventar! ¡Nuevos virus acabarán con la salud! ¡Los alimentos están contaminados! ¡El agua potable puede acabarse en el planeta! ¡Una bomba estallará en el metro! ¡Nunca Dios podrá salvarnos!

Pero desde nuestro corazón, el Dios Interuir nos dice:

"Calma tu mente, límpiala de sus ideas caducas, vence el miedo y avanza día a día, haciendo frente a los obstáculos.  Tú mismo puedes abatir esos límites que desde niño han embutido en tu espíritu. Este mundo en el que te quieren obligar a vivir es sólo una posible realidad, pero existen otras. La energía que mueve al mundo no tiene por qué ser el petróleo, la fuerza nuclear o la violencia masculina; las fortunas no tienen por qué estar acumuladas obligatoriamente en una minoría de la población a costa del hambre de la mayor parte de la humanidad; la casa en la que vives no tiene por qué ser trazada con un simple tiralíneas; ni los edificios construidos sin amor por arquitectos vendidos a una industria que es inhumana tienen necesidad de erigirse, con falsas ventanas e insano aire acondicionado dentro, como arrogantes falos. Deja de temer las enfermedades, tú puedes ser tu propio curandero. El mundo es un edén en potencia que debes hacer que dé frutos. Para cambiarlo, comienza por cambiar tú... ¡Pero no te subes al barco! Temiendo lo incierto y aferrándote a lo seguro, desdeñando los deseos que te impulsan a crear, buscas jefes, amos o empresas desalmadas para que te den un empleo, una ratonera donde vegetar trabajando en algo que no te gusta. No piensas en realizar una buena obra, sino que mendigas un buen sueldo. Sumido en esa esclavitud, a los conflictos emocionales los llamas estrés, y en vez de subirte al barco crees que ingerir pastillas te aliviará.... ¡Prefieres dejar que la espada caiga sobre la cabeza de tus descendientes eligiendo nebulosos políticos para que te gobiernen o consumiendo productos industriales que son nocivos, sin hacer tu trabajo, sin mutar mentalmente, sin convertirte en el hacedor de tu destino! 

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